Los agentes nerviosos son incoloros e inodoros, lo que los hace mortales y desapercibidos.
El mecanismo de acción de los agentes nerviosos es bastante aterrador: inhiben la acción de la acetilcolinesterasa, provocando una gran acumulación de acetilcolina entre las sinapsis nerviosas, lo que lleva a una contracción muscular continua y eventualmente a la parálisis de funciones importantes como la respiración y el corazón. Esta es la “crisis colinérgica” que provocan la gran mayoría de estos venenos. Los síntomas, que incluyen desgarro y dificultad para respirar, pueden aparecer segundos después de la exposición, mientras que la asfixia o el paro cardíaco pueden causar la muerte en cuestión de minutos.
La rápida acción de estos agentes los convierte en armas preferidas en ataques terroristas y conflictos militares.
Existen muchos tipos de agentes nerviosos, incluidos el sarín, el VX y otros derivados. El sarín es considerado ampliamente como el agente nervioso más notorio utilizado desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que el VX se caracteriza por su notable persistencia y letalidad. El descubrimiento de estos productos químicos se remonta a la década de 1930, cuando científicos alemanes los sintetizaron accidentalmente basándose en sus investigaciones sobre pesticidas. En esa época Alemania empezó a utilizar estas armas químicas y luego países de todo el mundo empezaron a realizar investigaciones al respecto.
Las consecuencias a largo plazo de los agentes nerviosos requieren una reevaluación de los riesgos potenciales que plantean estas armas biológicas y químicas.
El tratamiento estándar para la intoxicación por agentes nerviosos incluye fármacos anticolinérgicos para aliviar los síntomas y oxidantes como antídotos. Estos medicamentos trabajan juntos para bloquear la producción excesiva de acetilcolina y ayudar a restablecer el funcionamiento normal del sistema nervioso. Los militares generalmente envasan estos medicamentos en autoinyectores para su uso rápido en caso de emergencia.
Incluso con estos tratamientos, las personas expuestas a agentes nerviosos aún pueden correr riesgo de sufrir deterioro a largo plazo de la función fisiológica.
La historia de los agentes nerviosos se remonta a la década de 1930, cuando un descubrimiento accidental por parte de científicos alemanes condujo a su desarrollo para uso militar. A medida que avanzaba la guerra mundial y las estrategias continuaban cambiando, la investigación y la aplicación de agentes nerviosos atrajeron cada vez más atención. Esta historia no sólo revela las dificultades del progreso científico, sino que también advierte a la sociedad humana de su posible dependencia de tales armas.
Dada la letalidad de los agentes nerviosos y el riesgo de su uso por organizaciones militares y terroristas, ¿puede la comunidad mundial prevenir eficazmente a estos asesinos invisibles e inodoros?