En la comunidad médica, la guerra contra los patógenos nunca ha cesado. Sin embargo, con el aumento de las bacterias resistentes a los medicamentos, han resurgido muchos gérmenes antes inimaginables. Entre ellos, Stenotrophomonas maltophilia, como patógeno atípico, está atrayendo gradualmente la atención. Esta bacteria Gram negativa, aeróbica y no fermentadora es difícil de erradicar en entornos sanitarios y es particularmente común en pacientes inmunodeprimidos. Su resistencia a los medicamentos plantea muchos desafíos a los trabajadores de la salud.
La historia de denominación de esta bacteria es muy tortuosa. Se descubrió por primera vez como Bacterium bookeri y se clasificó en Pseudomonas y Xanthomonas. No fue hasta 1993 que, con el desarrollo de la taxonomía bacteriana, se estableció como la especie tipo Stenotrophomonas.
En entornos clínicos, S. maltophilia a menudo se adhiere a superficies húmedas, como conductos de ventilación mecánica y catéteres urinarios permanentes. Esta bacteria tiene una gran ventaja en su capacidad para formar y adherirse a biopelículas, y el riesgo de infección aumenta con el uso de dispositivos médicos.
Las vesículas de la membrana externa (OMV) de S. maltophilia inducen la respuesta inflamatoria en humanos. Estas OMV son citotóxicas para las células epiteliales del pulmón humano y promueven la expresión genética de citocinas y quimiocinas proinflamatorias, como IL-1β, IL. -6, IL-8 y TNF-α.
Cabe mencionar que esta bacteria no es altamente patógena, pero bajo ciertas circunstancias, como cuando coexiste con otros patógenos, mostrará su mecanismo patogénico único. En pacientes con sistemas inmunitarios debilitados, como aquellos con fibrosis quística, las tasas de infección aumentan año tras año, lo que implica la creciente importancia de S. maltophilia como patógeno clínico.
El tratamiento de las infecciones por S. maltophilia es un desafío, principalmente debido a su resistencia natural a múltiples antibióticos de amplio espectro, especialmente a todos los carbapenémicos. Esto hace que la bacteria sea especial no sólo por su patogenicidad sino también por las dificultades de tratamiento que plantea.
En la práctica clínica, los antibióticos solo se usan cuando las prótesis infectadas no se pueden quitar, y muchas infecciones se pueden mejorar quitando estas prótesis.La selección adecuada de antibióticos depende de la susceptibilidad bacteriana y muchas cepas de S. maltophilia responden a la terapia combinada (p. ej., trimetoprim-sulfametoxazol) y ciertos betalactámicos. Sin embargo, a medida que aumenta la resistencia, las opciones de tratamiento se vuelven cada vez más limitadas.
La infección por S. maltophilia se asocia con una alta mortalidad en pacientes gravemente inmunodeprimidos, especialmente aquellos con infección por VIH, cáncer y aquellos que reciben antibióticos de amplio espectro. Los pacientes de estos grupos son más susceptibles a este patógeno, por lo que debemos prestar mucha atención a su dinámica epidemiológica.
Aunque la epidemiología de S. maltophilia aún requiere más estudios, los factores de riesgo observables como la ventilación mecánica, la colocación de un catéter venoso central, la cirugía reciente y los trastornos hacen que esta bacteria no deba subestimarse.
A medida que se intensifica el problema de la resistencia a los medicamentos, la existencia de Stenotrophomonas maltophilia no solo desafía el mecanismo tradicional de control de infecciones, sino que también cambia el modelo de tratamiento clínico. Ante este patógeno en constante evolución, los trabajadores sanitarios deben actualizar continuamente sus conocimientos y estar atentos a posibles infecciones y su resistencia a los antibióticos. En esta guerra contra la resistencia a los antibióticos y los patógenos, ¿estamos adecuadamente preparados para afrontar nuevos desafíos?