El sistema visual de los insectos es muy diferente al de los humanos, especialmente los ojos compuestos que tienen muchos insectos, los cuales son bien conocidos como órganos visuales especiales. Los ojos compuestos están formados por miles de ojos diminutos, llamados omatidios, que son independientes y pueden captar luz desde diferentes direcciones. Esto significa que los insectos pueden tener un campo de visión extremadamente amplio, lo que es crucial para su supervivencia.
Aunque los ojos compuestos tienen una resolución de imagen menor que los ojos de apertura única, tienen un campo de visión más amplio y la capacidad de detectar movimientos rápidos, y algunos incluso pueden detectar la polarización de la luz.
La composición del ojo compuesto le confiere un rendimiento excepcional. Cada omatidio tiene su propia lente, y la forma en que la luz pasa a través de cada omatidio es diferente a la de la lente única tradicional. Los fotorreceptores detrás de cada ojo se encienden y apagan en respuesta a los cambios en la intensidad de la luz, un fenómeno conocido como frecuencia de parpadeo, que permite a los insectos reaccionar más rápidamente a los cambios en su entorno.
Otro tipo de ojo portador de imágenes se encuentra en los dípteros, donde cada lente forma una imagen y el cerebro combina las imágenes; esto se llama ojo de coincidencia neuronal.
Según su estructura, los ojos coincidentes se dividen en tres subtipos: ojos coincidentes refractivos, ojos coincidentes reflectantes y ojos coincidentes parabólicos. Los ojos superpuestos refractivos tienen un espacio entre el cristalino y las células fotorreceptoras y son utilizados principalmente por insectos nocturnos.
En los crustáceos decápodos de cuerpo largo, el ojo reflejo-coincidencia utiliza un espejo angular para formar una imagen, que puede adaptarse a las necesidades del entorno de las profundidades marinas.
El diseño especial de esta estructura visual permite a estos insectos capturar presas en movimiento más rápidamente o evitar eficazmente los ataques de los depredadores.
Los ojos compuestos también muestran asociaciones complejas con el comportamiento, como la preferencia direccional mostrada por algunas hormigas en entornos desconocidos, que está asociada con una asimetría en el número de omatidios en sus ojos.
En la cultura, el significado simbólico de los ojos compuestos se ha ampliado y el término "ojo de libélula" ha combinado las características de este insecto con la belleza, apareciendo en el arte, el cine y la literatura. Tanto la novela “El hombre de los ojos compuestos” como la película “Ojos de libélula” han provocado una reflexión profunda sobre los ojos compuestos.
¿Cómo afecta un sistema visual tan único al comportamiento de los insectos y les otorga una ventaja en la supervivencia?La singularidad de los ojos compuestos nos permite reexaminar el mundo visual de los insectos e incluso refleja la sabiduría de supervivencia de los seres humanos.