Los ojos compuestos de los insectos son órganos muy especiales en la evolución, que les permiten capturar imágenes instantáneas del entorno durante un movimiento rápido. En comparación con los ojos tradicionales de una sola lente, los ojos compuestos tienen miles de unidades visuales separadas, llamadas omatidios o células visuales. Cada uno de estos ojos tiene su propia córnea y lente, y estas estructuras trabajan juntas para permitir a los insectos percibir el brillo y el color.
Los ojos compuestos de los insectos están formados por miles de células individuales, lo que les proporciona un campo de visión más amplio y la capacidad de detectar el movimiento rápidamente.
El funcionamiento de los ojos compuestos ayuda a los insectos a captar entornos que cambian rápidamente. Cada ojo puede captar la luz que proviene de diferentes direcciones. Aunque la resolución general de la imagen es baja, esta estructura permite a los insectos percibir objetos que se mueven rápidamente e incluso detectar la dirección de polarización de la luz en algunos casos.
Un estudio demostró que las abejas reaccionan en 0,01 segundos, mientras que los humanos tardan 0,05 segundos, lo que demuestra claramente que los sistemas visuales de los insectos son más rápidos que los de los humanos.
Generalmente, los ojos compuestos se pueden dividir en dos categorías: ojos parafoveales y ojos superpuestos. El ojo sinóptico se puede dividir en dos tipos. En un sinoptóforo típico, la lente enfoca la luz desde una dirección hacia la rejilla, mientras que la luz de otras direcciones es absorbida por las paredes oscuras de los omatidios.
Los ojos de cangrejo, de camarón y de otros organismos tienen sus propios diseños de ojos compuestos específicos, que les permiten sobrevivir y reproducirse en sus respectivos entornos ecológicos.
Existen muchos tipos de ojos superpuestos, incluidos los tipos refractivos, reflectantes y parabólicos. Los ojos superpuestos refractivos son comunes en los insectos nocturnos y su diseño les permite tener una mejor visión en entornos con poca luz.
Adaptación visual y comportamiento de los insectosAdemás de las diferencias estructurales en la visión, el comportamiento de los insectos también se ve afectado por sus sistemas visuales. Por ejemplo, las hormigas mostrarán una clara preferencia de comportamiento al explorar un nido desconocido, girándose hacia un lado mientras caminan. Esto puede estar relacionado con ligeras asimetrías en sus sistemas visuales.
Por ejemplo, el sistema visual de la hormiga Temnothorax albipennis tiene ojos compuestos asimétricos, lo que le permite encontrar la salida más rápido cuando explora un laberinto.
Además, el diseño de los ojos compuestos de los insectos es muy importante para algunos ecosistemas porque les permite reaccionar rápidamente durante la depredación y escapar de los depredadores, sobreviviendo así.
El concepto de ojos compuestos ha trascendido hace tiempo el ámbito de la ciencia y se ha convertido en un símbolo en el arte, la literatura y el cine. Por ejemplo, el “ojo de libélula” deriva de la imagen del ojo compuesto de un insecto y se muestra en el arte cerámico chino.
El término "ojo compuesto" se ha explorado en muchas obras culturales, simbolizando múltiples perspectivas y la profundidad de la cognición.
Desde la poesía hasta la ficción, el uso de estas imágenes explora diferentes perspectivas sobre la verdad y la experiencia humana interior. Por ejemplo, la novela “El hombre de los ojos compuestos”, publicada en 2011, exploró la relación entre los individuos y el medio ambiente, mientras que la reciente película “Ojos de libélula” utilizó los ojos compuestos de los insectos como una oportunidad para mostrar una comunicación emocional más profunda.