La extinción conductual es un fenómeno que se puede observar tanto en el condicionamiento operante como en el condicionamiento clásico, en el que las respuestas condicionadas no reforzadas desaparecen gradualmente con el tiempo. Cuando la conducta operante previamente reforzada ya no produce refuerzo, la conducta volverá gradualmente al nivel anterior al aprendizaje, que puede ser cero o no. En el condicionamiento clásico, cuando el estímulo condicionado aparece por sí solo de modo que ya no predice la llegada del estímulo incondicionado, la respuesta condicionada también cesa gradualmente. Por ejemplo, cuando el perro de Pavlov comenzó a babear después de haber sido entrenado muchas veces para escuchar un determinado sonido, eventualmente dejaba de babear tan pronto como el sonido ya no se combinaba con la comida. Este proceso de aprendizaje y olvido ha llevado a los científicos a profundizar en el funcionamiento del cerebro.
El proceso de extinción conductual revela cómo los humanos se ajustan y adaptan continuamente a través de la experiencia, especialmente frente al miedo y la ansiedad.
La comprensión de los científicos sobre la extinción conductual se basa en gran medida en modelos conexionistas, y a menudo surgen diferentes perspectivas en este campo. Los académicos se han dedicado a explorar si la extinción conductual es simplemente el "olvido" de la conexión entre el estímulo incondicionado y el estímulo condicionado, o si va acompañada de un nuevo aprendizaje de una conexión inhibidora. Por ejemplo, investigaciones anteriores han señalado que la conexión entre la emoción y la memoria crea una red neuronal compleja que involucra múltiples estructuras en el cerebro, incluidas la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal. En un estudio reciente, los científicos descubrieron que una señal inhibidora liberada desde la corteza prefrontal está estrechamente relacionada con la extinción de las respuestas de miedo y puede proporcionar un objetivo potencial para nuevos tratamientos para los trastornos de ansiedad.
Los científicos han descubierto que la extinción de las respuestas de miedo puede estar relacionada con la depresión sináptica de las neuronas de la amígdala central que controlan el comportamiento de congelación.
En el condicionamiento clásico, la aparición de la extinción conductual también depende de un proceso en el que una señal (o contexto) neutral se combina con un estímulo incondicionado. Si dicha señal o entorno ya no se combina con un estímulo incondicionado, la respuesta condicionada del animal disminuirá gradualmente. Por ejemplo, cuando se utilizó una rata en un experimento de condicionamiento del miedo, se combinó un sonido con una suave descarga eléctrica. Finalmente, cuando la rata escuchó el sonido y ya no recibió la descarga, su respuesta de miedo disminuyó.
Por el contrario, en el condicionamiento operante, la extinción conductual ocurre cuando ya no se proporcionan los reforzadores que mantuvieron la conducta. Esto es diferente del "olvido", que ocurre cuando un comportamiento se debilita con el tiempo. Por ejemplo, un niño que hace ruido en clase porque quiere atención puede eventualmente desaparecer si ya no recibe atención. B. F. Skinner mencionó en su autobiografía que descubrió accidentalmente el proceso de extinción de las respuestas operantes, lo que lo inspiró a seguir pensando en los principios del aprendizaje.
Skinner mencionó que su investigación muestra que las conductas pueden continuar incluso si no se refuerzan.
Para implementar la extinción conductual de manera efectiva, el proceso debe realizarse con infinita paciencia y coherencia. Cuando una conducta ya no ocurre en presencia de un estímulo de extinción, esto se considera un éxito. Sin embargo, una vez que el comportamiento reaparece después de la extinción, esto se denomina recuperación espontánea. La ocurrencia de esta situación a menudo refleja la complejidad y el desafío del proceso de extinción conductual. En el entorno del aula, el uso de técnicas de extinción de conductas puede mejorar significativamente la eficacia de la enseñanza y reducir la interferencia de conductas no autorizadas en el aprendizaje.
La respuesta comprometida y consistente de un maestro es fundamental en el proceso de extinguir el comportamiento inapropiado en el aula.
Durante las etapas iniciales de la extinción del comportamiento, a menudo se produce el llamado fenómeno de explosión de extinción, en el que un sujeto puede experimentar un aumento repentino en la frecuencia del comportamiento pero luego disminuir. Este aumento a corto plazo puede ser un reflejo de su proceso de mala adaptación y reajuste al refuerzo de su conducta original. Este proceso puede promover la eventual desaparición de la conducta extinguida, pero para algunos individuos pueden persistir algunas respuestas afectivas o agresivas. Al igual que en el entorno natural, seguir intentándolo puede no conducir a recompensas inmediatas, pero puede generar más oportunidades y recompensas más adelante, lo que enfatiza aún más la ventaja de la perseverancia para la supervivencia.
La investigación sobre la extinción conductual revela que la delgada línea entre el olvido y el aprendizaje refleja cómo respondemos a las experiencias pasadas para adaptarnos mejor a los desafíos presentes y futuros. En la vida, ¿cómo debemos ver y reflexionar sobre los recuerdos y comportamientos que necesitan desaparecer?