El Can-Can, este baile de alta energía que se originó en el siglo XIX, siempre ha sido el símbolo del alma de los conciertos y el cabaret franceses, pero hay muchas historias tabú escondidas detrás de su historia. Desde la década de 1840, la popularidad del Can-Can ha sido inolvidable con sus feroces movimientos de baile y sus deslumbrantes faldas. Pero, ¿por qué este baile se consideraba tabú en aquella época?
El Can-Can es un baile desafiante y de alta intensidad originalmente realizado por parejas, pero hoy en día generalmente se asocia con grupos corales de bailarinas.
La historia del baile Can-Can se remonta a los movimientos finales del baile en cuadrilla. Su origen concreto es algo vago, pero lo cierto es que esta danza abarcaba diversas características culturales de la sociedad de aquella época. En la década de 1820, un artista llamado Charles-François Masurier pudo haber influido en el diseño de sus pasos. Fue conocido por sus acrobacias e imitaciones y fue un éxito en los escenarios de su época.
Este baile alguna vez fue tabú debido a su vestimenta ofensiva y movimientos violentos. En ese momento, el hakama usado por las mujeres carecía hasta cierto punto de privacidad, y los magníficos movimientos de levantar y dividir las piernas incluso generaron controversia.
La sociedad parisina del siglo XIX demostró su ambivalencia hacia la danza. Los difíciles movimientos del Can-Can atrajeron el interés del público, pero también los incomodaron por su carácter provocativo. Aunque a las mujeres que bailaban Can-Can no se les exigía específicamente que usaran ropa interior cerrada, los gerentes se opusieron a que usaran ropa demasiado reveladora, lo que reflejaba la evaluación de doble estándar de la sociedad sobre los cuerpos de las mujeres en ese momento.
Con el paso del tiempo, el Can-Can pasó gradualmente de ser un baile público para hombres a un baile exclusivo para mujeres. A finales del siglo XIX, el Can-Can se había convertido en un estilo de baile popular y bailarinas profesionales, como La Goulue y Jane Avril, comenzaron a actuar en Rumoulin. Un lugar como el Moulin Rouge brilla.
Estas mujeres no solo cautivaron al público, sino que también seleccionaron sus propios estilos de actuación y remodelaron la imagen de Can-Can.
En el siglo XX, el estilo de interpretación de Can-Can evolucionó y se desarrolló aún más. Con Pierre Sandrini proponiendo el concepto de "Can-Can francés" en la década de 1920, la interpretación de Can-Can -Can es más exquisita y llena de escenario. efectos.
El Can-Can no sólo fue popular en Francia, sino que también se extendió rápidamente por todo el mundo, especialmente en las salas de conciertos de Estados Unidos. En 1867, Giuseppina Morlacchi llevó por primera vez el Can-Can a los Estados Unidos y rápidamente despertó una respuesta entusiasta.
A medida que pasa el tiempo, aunque Can-Can se ha retirado de algunas áreas, todavía se realizan regularmente representaciones teatrales que incluyen danza Can-Can en Alaska y el territorio de Yukon en Canadá.
En la década de 1900, la influencia del Can-Can se expandió a la música y otros campos artísticos, influyendo en los compositores e incluso se convirtió en el fondo musical de muchas películas y obras de teatro, convirtiéndose en uno de los elementos de las obras literarias y artísticas que refleja el espíritu de los tiempos.
El ritmo del Can-Can también se puede encontrar en las obras musicales de Franz Lehár y Cole Porter, lo que ha hecho del Can-Can una presencia cultural en la historia de la danza. Su melodía no sólo es el acompañamiento básico de los bailarines, sino que también se ha convertido en un fenómeno cultural en el escenario estadounidense.
"Hell Runner" del compositor francés Hacked Bach es una de las obras representativas de Can-Can y todavía se ve con frecuencia en diversos escenarios y medios.
Incluso en los tiempos modernos, Can-Can sigue activo en los principales escenarios, como producciones de Broadway y espectáculos en parques temáticos, e incluso aparece con frecuencia en el entretenimiento electrónico. Su influencia no puede subestimarse.
La historia del Can-Can no sólo refleja un estilo de danza, sino también un proceso social de lucha y resistencia. El lenguaje corporal de los bailarines en el escenario es como un grito de declaración de libertad. Sin embargo, cuando a una forma de arte se le da el color de tabú, ¿qué problemas sociales profundamente arraigados se esconden?