La granzima B (GrB) es un factor terapéutico importante en el complejo funcionamiento del sistema inmunológico, especialmente secretada por las células asesinas naturales (células NK) y las células T citotóxicas. Estudios recientes han demostrado que GrB no sólo es una molécula letal sino que también está involucrada en una serie de procesos fisiológicos importantes, incluidas las respuestas inflamatorias y la remodelación de la matriz extracelular.
La granzima B produce una poderosa señal de muerte celular en el cuerpo en concentraciones muy bajas, lo que la convierte en un actor misterioso pero crítico en el proceso apoptótico.
La granzima B está codificada por el gen GZMB en humanos y está ubicada en el cromosoma 14q.11.2. Tiene 3,2 kb de longitud y contiene 5 exones. Esta enzima es la más abundante entre las granzimas humanas comunes y actúa de manera más eficiente en concentraciones bajas. La estructura de GrB consta de dos hélices β de seis cadenas y tres regiones transmembrana, y lleva a cabo la escisión de proteínas con su sitio activo especializado.
GrB ingresa a las células diana al ser liberado junto con perforina, que forma poros en la membrana plasmática de la célula diana. La granzima B puede ingresar a las células a través de estos poros, unirse a receptores cargados negativamente en la superficie de las células diana, sufrir endocitosis y posteriormente desencadenar la muerte celular.
Una vez dentro de la célula objetivo, GrB activa múltiples vías apoptóticas, incluida la escisión y activación de caspasas, un paso clave para iniciar la muerte programada.
Además de activar las caspasas, la granzima B también puede hacer que las mitocondrias liberen citocromo c, lo que promueve aún más el proceso de muerte celular. Al mismo tiempo, GrB también escinde una variedad de proteínas relacionadas con la reparación del ADN y la replicación viral en el núcleo, lo que provoca la pérdida de funciones celulares.
Los efectos de GrB no se limitan a la muerte celular, sino que también pueden desencadenar una serie de cambios fisiológicos, como la degradación de la matriz extracelular, que puede provocar inflamación o daño tisular. Las concentraciones de granzima B suelen estar elevadas en diversos estados patológicos, incluidas enfermedades autoinmunes, diabetes e incluso cáncer.
En las enfermedades autoinmunes, Granzyme B genera autoantígenos mediante la disección de antígenos y la exposición de nuevos epítopos, lo que conduce a condiciones patológicas.
Curiosamente, la granzima B no solo desempeña un papel en las células T citotóxicas, sino que también desempeña un papel opuesto en las células T reguladoras, ayudando a regular las respuestas autoinmunes y a mantener la homeostasis inmunitaria.
Los niveles elevados de granzima B se han asociado con una variedad de enfermedades como diabetes tipo 1, enfermedades pulmonares y hepáticas. Más estudios han demostrado que GrB puede promover el rechazo de órganos y tener un impacto negativo sobre la artritis y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Aunque ya conocemos muchas de las funciones de la granzima B, es necesario explorar más a fondo su papel específico en diversas enfermedades. Las medidas terapéuticas dirigidas a la granzima B pueden brindar nuevas oportunidades para combatir las enfermedades autoinmunes en el futuro.
¿Cuántos misterios desconocidos esperan ser revelados en la interacción entre la granzima B y el sistema inmunológico?