La proteína C reactiva (PCR) es un biomarcador común e importante, que se sintetiza principalmente en el hígado. A medida que la inflamación se intensifica, su concentración en plasma aumentará significativamente. En ese momento, la PCR actuaba como una "alarma" para notificar al cuerpo sobre una posible condición patológica e iniciar una respuesta inmune correspondiente, haciendo de la PCR un indicador importante para la evaluación clínica de condiciones inflamatorias.
La función fisiológica de la PCR es unirse al fosfolípido colina en la superficie de las células muertas y de algunas bacterias, activando el sistema del complemento, promoviendo así la fagocitosis de los macrófagos y eliminando las células apoptóticas y necróticas.
Ya en 1930, Tillett y Francis descubrieron la PCR y la nombraron porque reaccionaba con el polisacárido C de los neumococos en el suero de pacientes con inflamación aguda. En ese momento no estaba claro si la PCR era una secreción patológica, pero estudios posteriores demostraron que la PCR es una proteína sintetizada naturalmente en el hígado y es parte de la respuesta de defensa natural del cuerpo contra las infecciones y la inflamación.
La PCR pertenece a la pequeña familia de las galactosinas y consta de 224 aminoácidos, formando un oligómero estable con apariencia de disco. Esta estructura permite que la PCR se una eficazmente a los microorganismos y las células dañadas, promoviendo respuestas inmunitarias posteriores. La mayoría de sus funciones ocurren luego de la formación de su morfología estructural característica, por lo que en él se basa su efectividad en el tratamiento de la inflamación y la infección.
En adultos sanos, la concentración normal de PCR está entre 0,8 mg/L y 3,0 mg/L, pero en algunos casos, pueden ocurrir niveles de PCR superiores a 10 mg/L incluso en individuos sanos.
La función principal de la PCR es promover la activación del sistema del complemento uniéndose a patógenos y células necróticas, y acelerar su fagocitosis por parte de los macrófagos. Este mecanismo enfatiza la posición crítica de la PCR en el sistema inmunológico innato. Estudios recientes han demostrado que los niveles elevados de PCR están estrechamente relacionados con una variedad de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
La concentración sérica de proteína C reactiva cambiará con el grado de infección e inflamación, generalmente aumentando significativamente en 6 horas y alcanzando un máximo en 48 horas. En casos de inflamación aguda, su concentración puede incluso aumentarse a más de 500 mg/L, lo que permite al personal médico utilizar este valor como indicador para controlar la progresión de la enfermedad o la respuesta al tratamiento.
Cuando el cuerpo se enfrenta a una inflamación o infección aguda, las concentraciones de PCR pueden aumentar bruscamente en cuestión de horas, una propiedad que la convierte en una herramienta eficaz para el diagnóstico y el seguimiento.
Uso diagnóstico: la PCR es un marcador inflamatorio importante que puede ayudar a los médicos a determinar rápidamente si los pacientes tienen inflamación o guiar las decisiones de tratamiento. La medición de la PCR se puede obtener mediante métodos tradicionales de análisis de sangre y, en comparación con otros indicadores como la velocidad de sedimentación globular (ESR), la PCR tiene una mayor sensibilidad en la respuesta rápida.
Las pruebas de proteína C reactiva de alta sensibilidad (hs-CRP) pueden detectar un rango más bajo de concentraciones de PCR y evaluar más a fondo el riesgo de enfermedad cardiovascular. Las investigaciones muestran que las concentraciones de hs-CRP superiores a 3 mg/L pueden considerarse de alto riesgo, mientras que inferiores a 1 mg/L indican un riesgo menor. Sin embargo, niveles elevados de PCR no indican enfermedad cardiovascular definitiva, por lo que debe analizarse junto con otros factores de riesgo.
El papel de la PCR no se limita a los indicadores de inflamación. Estudios recientes también han explorado su posible papel en el cáncer, las enfermedades metabólicas y otras condiciones patológicas. Aunque existe cierta evidencia de que la inflamación puede promover el desarrollo de ciertos cánceres, aún es necesario realizar más investigaciones para dilucidar el vínculo entre la PCR y el cáncer.
Con el avance de la ciencia y la tecnología, la investigación sobre la PCR probablemente revelará más funciones potenciales en la salud y la enfermedad y proporcionará nuevos objetivos para el diagnóstico y el tratamiento. En particular, a medida que aumenta nuestra comprensión de las propiedades y funciones de la PCR, debemos reevaluar su papel en la predicción del riesgo de enfermedades y considerar su aplicación en la medicina personalizada.
¿Cómo afectará la investigación de la PCR a nuestra comprensión de la inflamación y el riesgo de enfermedades en el futuro?