La diverticulitis, también conocida como diverticulitis colónica, es una enfermedad gastrointestinal caracterizada por la inflamación de sacos anormales (divertículos) en las paredes del intestino grueso. Los síntomas de la enfermedad a menudo incluyen la aparición repentina de dolor abdominal bajo, que puede ir acompañado de náuseas, diarrea o estreñimiento. Algunos pacientes pueden incluso desarrollar fiebre o heces con sangre, lo que indica posibles complicaciones. Las causas de la diverticulitis no se comprenden completamente, pero los factores de riesgo incluyen obesidad, falta de ejercicio, tabaquismo y antecedentes familiares.
Tener divertículos sin inflamación se llama diverticulosis. Según las investigaciones, alrededor del 10% al 25% de los pacientes experimentarán diverticulitis en algún momento, y esta inflamación suele estar relacionada con una infección bacteriana.
A diferencia de la baja incidencia en los países no occidentales, la diverticulitis es común en el mundo occidental, donde aproximadamente el 35% de la población padece enfermedad diverticular, mientras que en las zonas rurales de África, esta proporción es inferior al 1%. En América del Norte y Europa, el dolor abdominal suele localizarse en la parte inferior izquierda del abdomen (colon sigmoide), mientras que en Asia es más común en el lado derecho (colon ascendente). A medida que aumenta la edad, la incidencia de diverticulitis aumenta gradualmente, alcanzando el 50% de los pacientes en el grupo de edad mayor de 60 años.
Los síntomas de la diverticulitis incluyen dolor repentino en la parte inferior del abdomen. Los pacientes suelen tener proteína C reactiva elevada y recuentos elevados de glóbulos blancos. En cuanto a las complicaciones, si el divertículo se inflama excesivamente y se rompe, las bacterias pueden infectar la cavidad abdominal y provocar peritonitis.
En algunos casos, los divertículos pueden causar estrechamiento de los intestinos, provocando obstrucciones o adherencias a la vejiga u otros órganos pélvicos para formar fístulas.
Las causas potenciales de la diverticulitis están relacionadas con diversos factores como la edad, la dieta, el microbioma intestinal, factores genéticos, la motilidad intestinal y los cambios estructurales. Aún así, la causa exacta sigue sin estar clara hasta el momento.
Según un estudio de 2021, alrededor del 50% del riesgo de diverticulitis está relacionado con factores genéticos. Otros factores que influyen incluyen la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y los niveles bajos de vitamina D. Además, los médicos señalan que las deposiciones frecuentes parecen aumentar el riesgo de recurrencia.
Los estudios dietéticos sugieren un posible vínculo entre una dieta baja en fibra y la diverticulitis, pero no hay evidencia concluyente.
Por el contrario, un estilo de vida saludable, como limitar la carne roja y los productos lácteos ricos en grasas, aumentar la ingesta de fibra y hacer ejercicio regularmente, puede reducir naturalmente el riesgo de diverticulitis.
El diagnóstico de diverticulitis generalmente se basa en la tomografía computarizada (TC), que puede complementarse con análisis de sangre o endoscopia. Las imágenes de TC pueden mostrar engrosamiento local de la pared intestinal e inflamación de la grasa circundante.
La incidencia de cáncer es inferior al 1% en pacientes con diverticulitis aguda.
Si un paciente tiene diverticulitis leve, el médico puede recomendar antibióticos orales y una dieta líquida. En casos graves, pueden ser necesarios antibióticos intravenosos, hospitalización y reposo intestinal completo. En algunos casos, es necesaria una intervención quirúrgica del intestino.
Aunque las investigaciones sobre los probióticos son inconsistentes, aumentar la ingesta de fibra, reducir la obesidad y mantenerse físicamente activo pueden ayudar a reducir el riesgo de diverticulitis.
La alta incidencia de diverticulitis en los países occidentales sin duda plantea la pregunta: ¿Qué factores de la vida moderna contribuyen a la prevalencia de esta enfermedad?