En el contexto de la actual crisis ambiental global, el concepto de desarrollo sostenible se ha vuelto particularmente importante. Desde la década de 1970, muchos académicos y formuladores de políticas han comenzado a explorar la relación entre el capital natural y el capital humano, en la que la "sostenibilidad débil" y la "sostenibilidad fuerte" son opuestos importantes de estos dos conceptos. Estos dos conceptos de sostenibilidad presentan perspectivas completamente diferentes sobre cómo ver la gestión de los recursos naturales y el desarrollo económico.
La sostenibilidad débil afirma que el capital natural y el capital humano son intercambiables, mientras que la sostenibilidad fuerte sostiene que el capital natural debe mantenerse independientemente del capital creado por el hombre.
En una sostenibilidad débil, cuando el capital natural de una generación es reemplazado por el capital humano correspondiente, esta pérdida puede reconocerse. Por ejemplo, convertir un área de bosque en un parque o tierra de cultivo puede considerarse sostenible siempre que el valor económico y recreativo que aporta iguale o supere la pérdida de biodiversidad y el impacto ambiental.
En términos relativos, la sostenibilidad defiende firmemente que ciertas funciones ecológicas del capital natural no pueden ser reemplazadas por capital creado por el hombre. Tomemos como ejemplo la deforestación. Incluso si plantamos árboles en otros lugares, las consecuencias a largo plazo de la pérdida de biodiversidad y ecosistemas no se pueden restaurar mediante este reemplazo.
El primer paso para comprender el concepto de sostenibilidad débil es explorar la visión capitalista de la sostenibilidad. Este concepto enfatiza que para garantizar la equidad intergeneracional, los recursos y activos deben distribuirse adecuadamente a las generaciones futuras. Ya sea capital humano (como habilidades y conocimientos) o capital natural (como minerales y recursos hídricos), los cambios en los stocks de capital afectarán directamente la sostenibilidad del desarrollo.
La sostenibilidad fuerte enfatiza la singularidad del capital natural y cree que el capital económico y el capital ambiental son complementarios en lugar de intercambiables. Por ejemplo, la protección de la capa de ozono es un importante servicio ecológico para la supervivencia humana. Tal función no puede ser reproducida por el capital creado por el hombre.
Muchos países a menudo intentan equilibrar la relación entre ambos al promover el desarrollo económico. Los fondos de pensiones del gobierno de Noruega son un excelente ejemplo del uso de los excedentes de petróleo para mejorar la seguridad financiera a largo plazo del país. Este enfoque demuestra la eficacia del principio de sostenibilidad débil en la práctica y también es una explicación del desarrollo sostenible para muchas personas.
Sin embargo, casos como el de Nauru, una pequeña nación del Pacífico, ilustran las consecuencias negativas que puede tener una sostenibilidad débil. La sobreexplotación de los recursos de fosfato por parte del país condujo en última instancia al colapso del ecosistema, alertando al mundo sobre la necesidad de considerar la salud a largo plazo del medio ambiente cuando se persiguen intereses económicos.
Aunque la débil sostenibilidad ha ganado mucho apoyo teórico, muchos académicos la han cuestionado. Se ha señalado que tratar todos los recursos simplemente como capital puede oscurecer la verdadera imagen de la degradación ambiental.
Los críticos argumentan que el concepto de sostenibilidad débil podría provocar daños irreversibles a los ecosistemas.
Los defensores de una fuerte sostenibilidad argumentan que necesitamos un estilo de vida descentralizado y de menor escala para reducir el daño a la naturaleza causado por las actividades humanas. Para ello, se considera importante la resiliencia ambiental: un sistema natural fuerte es capaz de resistir las perturbaciones externas y permanecer estable.
Por supuesto, el concepto demasiado simplificado de sustitución de capital no es suficiente para resolver todos los problemas. Una línea de pensamiento alternativa es el concepto de legado social, que enfatiza dejar derechos y oportunidades específicos a las generaciones futuras en lugar de simplemente considerar la cantidad de recursos. Esto puede ayudarnos a levantar las cadenas del "juego de suma cero" y hacernos prestar más atención a cómo respetamos el capital natural.
Mientras reflexionamos sobre estas teorías y casos prácticos, ¿podemos realmente comprender la relación entre el capital natural y el capital humano y encontrar un camino sostenible para el desarrollo futuro?