En los debates actuales sobre economía ambiental, la sostenibilidad débil y la sostenibilidad fuerte se han convertido en dos conceptos opuestos, que proponen diferentes puntos de vista sobre la sostenibilidad de la gestión de los recursos naturales y el desarrollo económico. La sostenibilidad débil sostiene que el capital natural y el capital humano son intercambiables y que el uso o la pérdida del capital natural puede considerarse sostenible siempre que el valor del capital humano sea igual o superior al valor del capital natural. Una sostenibilidad fuerte enfatiza que el capital natural debe mantenerse o mejorarse independientemente del capital artificial, porque algunos activos naturales tienen funciones ecológicas irremplazables y no pueden ser reemplazados por sustitutos artificiales.
Según la teoría de la sostenibilidad débil, la sustitución de bosques naturales por parques o tierras de cultivo puede considerarse sostenible siempre y cuando el valor recreativo o económico de estos lugares sea igual a la pérdida de biodiversidad y los impactos ambientales resultantes.
El significado fundamental de esta distinción es que una sostenibilidad fuerte siempre supone que algunas funciones del ecosistema no pueden ser reemplazadas por capital creado por el hombre. Por ejemplo, los especialistas en medio ambiente han señalado que la capa de ozono es un componente importante del capital natural y proporciona servicios vitales para la supervivencia humana, que son difíciles de replicar para los humanos.
Origen y teoría del conceptoPara explicar este problema, debemos remontarnos a la teoría del capital de la sostenibilidad. Este concepto está estrechamente relacionado con la equidad intergeneracional, lo que significa que la distribución justa de recursos y activos entre generaciones es crucial para el desarrollo sostenible. El desarrollo se llama sostenible cuando al menos deja inalterado el stock de capital.
Los firmes defensores de la sostenibilidad argumentan que el capital económico y el ambiental son complementarios, no intercambiables. Esto significa que el derecho de la naturaleza a existir debe ser respetado y debe transmitirse a la siguiente generación en su forma original.
Aunque el desarrollo sostenible y la sostenibilidad están estrechamente relacionados, son dos conceptos diferentes. La teoría de la sostenibilidad débil se originó a partir de las opiniones expresadas por los premios Nobel Robert Solomon y John Hartwick, quienes creían que el "capital humano" puede reemplazar al "capital natural". La fuerte sostenibilidad actual, incompatible tanto con el fuego como con el agua, pone mayor énfasis en la preservación del capital natural, anulando cualquier alternativa potencial.
Un ejemplo de sostenibilidad débil en la práctica incluye el caso del Fondo de Pensiones del Gobierno noruego. El fondo utilizó los excedentes del petróleo para inversiones y logró acumular activos por más de un billón de dólares, lo que puede considerarse como una aplicación exitosa de la sostenibilidad débil. Sin embargo, este éxito no garantiza la sostenibilidad a escala mundial. Por ejemplo, el daño ambiental causado por la sobreexplotación de fosfatos en la isla de Nauru, en el Pacífico, se ha convertido en un ejemplo negativo.
Este caso resalta los riesgos de una sostenibilidad débil, demostrando que la sustitución del capital natural puede tener impactos ambientales irreversibles a largo plazo.
A nivel de gobernanza, los principios de Hartwick se utilizan para guiar los procedimientos de consumo sostenible de recursos, enfatizando que los países deben invertir en capital humano para compensar la disminución de los recursos no renovables. Esto ha llevado a los economistas y a los responsables de las políticas a explorar cómo lograr un equilibrio entre el crecimiento del stock de capital y la protección del medio ambiente.
Críticas al modelo fuerte y débilYa sea que aboguen por una sostenibilidad fuerte o débil, ambos enfrentan críticas. Muchos argumentos cuestionan los métodos cuantitativos de sostenibilidad débil y su evaluación inadecuada de los impactos ambientales, especialmente cuando los recursos se concentran en unos pocos países o regiones, lo que puede conducir fácilmente a patrones de desarrollo insostenibles.
Los opositores, por su parte, piden el desarrollo de un concepto de legado social que se centre en los derechos y oportunidades de las generaciones futuras, en lugar de sólo en la cantidad de recursos utilizados.
En un mundo que enfrenta cada vez más una crisis ambiental, el debate entre sostenibilidad débil y sostenibilidad fuerte ya no es sólo un debate académico, se ha convertido en un tema central que afecta nuestra supervivencia. Un concepto sostenible adaptado al futuro requiere no sólo respetar el capital natural actual, sino también entender cómo equilibrar el desarrollo económico y la protección del medio ambiente para salvar realmente la Tierra.