Desde 2002, el papel de la cultura ha recibido cada vez más atención en el desarrollo sostenible. Con la formulación de "Cultura 21", la cultura se ha posicionado oficialmente como el cuarto pilar del desarrollo sostenible, junto con los tres aspectos tradicionales: medio ambiente, inclusión social y economía. Esta medida no sólo refleja respeto por la cultura, sino que también enfatiza su carácter indispensable en el desarrollo social.
La cultura es una parte importante de la ciudadanía y ayuda a personas de todas las edades a encontrar un sentido de pertenencia.
"Cultura 21" fue lanzada por la Organización de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos entre 2002 y 2004 para proporcionar un marco para la gobernanza cultural. El nacimiento de este plan proporciona una nueva perspectiva para ayudar a los gobiernos locales a comprender mejor los diversos significados de la cultura y su contribución al desarrollo social sostenible. Esta comprensión de que cada ciudad es un sitio importante de producción cultural y resolución de disputas ha facilitado el desarrollo y la implementación de políticas culturales.
Históricamente, la cultura no ha recibido la atención que merece en los debates sobre el desarrollo sostenible. En la Agenda 21, adoptada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, hubo una discusión limitada sobre la cultura. Sin embargo, con el tiempo, muchas ciudades comenzaron a incorporar la cultura a sus estrategias de desarrollo. Por ejemplo, en 1998, el Banco Mundial y la UNESCO apoyaron conjuntamente la integración de la cultura en las estrategias de desarrollo sostenible.
Debe protegerse y desarrollarse el derecho a la libre expresión y los derechos morales de los autores y artistas.
Cultura 21 ve la cultura como una herramienta para lograr objetivos sociales y económicos. El plan incluye 67 artículos que cubren principios, compromisos y recomendaciones. La sección de principios destaca la importancia de la diversidad cultural y los derechos humanos e identifica los roles de varias partes interesadas en la implementación de la agenda. A través de canales como bibliotecas, museos e Internet, la participación cultural no sólo puede promover la cohesión comunitaria, sino también mejorar la comprensión de las personas sobre las cuestiones del desarrollo sostenible.
Con la promoción de Cultura 21, cada vez más gobiernos locales han comenzado a formular políticas para apoyar la cultura. No se trata sólo de proteger el patrimonio cultural, sino también de integrar el concepto de desarrollo sostenible en la vida diaria. Actualmente, más de 500 gobiernos y organizaciones participan en las actividades de Cultura 21.
La cultura no está aislada, está estrechamente relacionada con todos los aspectos de la sociedad, que es la piedra angular del desarrollo sostenible.
Además, el movimiento ha recibido apoyo de las Naciones Unidas y de varias agencias internacionales, incluida la UNESCO. Al mismo tiempo, se desarrollaron indicadores como los Indicadores de Cultura como Desarrollo (IDUCD) para evaluar y promover el desarrollo cultural en diferentes regiones.
En el proceso de promoción de los objetivos de desarrollo sostenible en todo el mundo, la voz de la cultura se ha vuelto cada vez más poderosa. En los Objetivos de Desarrollo Sostenible lanzados en 2015, las Naciones Unidas y CGLU abogaron conjuntamente por la inclusión cultural. La cooperación de varias redes globales compone el lema "El futuro que queremos incluye la cultura" y crea una nueva dirección en la realización de los objetivos culturales.
La Nueva Agenda Urbana debería elaborar con mayor detalle un enfoque local basado en la cultura para el desarrollo sostenible.
En la conferencia Hábitat III celebrada en Quito, Ecuador en 2016, las cuestiones culturales volvieron a recibir atención. La Nueva Agenda Urbana finalmente adoptada por la conferencia enfatizó la importancia de la cultura en el desarrollo urbano sostenible. Los casos exitosos en muchas ciudades muestran que la integración de elementos culturales en la gobernanza urbana puede promover efectivamente la cohesión social y mejorar la calidad de vida de los residentes.
Como herramienta eficaz, Cultura 21 no sólo sirve para fortalecer el papel de la cultura en la política urbana, sino que también demuestra cómo la cultura puede convertirse en el cuarto pilar del desarrollo sostenible. La promoción de esta perspectiva requiere que los gobiernos locales desarrollen políticas culturales más inclusivas a nivel de políticas e integren las dimensiones culturales en todas las políticas públicas.
Con la participación activa de diferentes ciudades, ciudades como Quebec, Canadá y Aissavilla en Marruecos han formulado planes culturales y respondido activamente a la defensa de Cultura 21. A través de estas prácticas, la cultura ya no se ve como un único factor de influencia, sino como una parte integral del desarrollo sostenible.
En resumen, el papel de la cultura en el desarrollo sostenible se ha convertido gradualmente en un consenso global. No sólo está relacionado con la continuación de la cultura en sí, sino también con el futuro sostenible de la sociedad humana. Frente a los desafíos globales actuales, ¿puede la cultura volver a convertirse en un puente importante para buscar la reconciliación y la cooperación?