El cociente intelectual (CI) es una puntuación general que evalúa la inteligencia humana a través de pruebas o subpruebas estandarizadas. El concepto de coeficiente intelectual se obtuvo primero dividiendo la edad mental de una persona por su edad cronológica y luego multiplicándolo por 100. Sin embargo, con el tiempo, los métodos y funciones de las pruebas de coeficiente intelectual modernas han cambiado significativamente.
Las puntuaciones de CI se ven afectadas por una variedad de factores, incluida la nutrición, el nivel socioeconómico de los padres y el entorno de nacimiento del individuo.
La heredabilidad de las puntuaciones de CI se ha estudiado durante casi un siglo, pero su importancia y sus mecanismos genéticos siguen siendo controvertidos. Las investigaciones muestran que las puntuaciones del coeficiente intelectual están estrechamente relacionadas con el rendimiento educativo, el desempeño ocupacional y los niveles de ingresos. En innumerables pruebas de coeficiente intelectual, las puntuaciones de las personas tienden a aumentar gradualmente con el tiempo, un fenómeno conocido como "efecto Flynn".
Antes de la llegada de las pruebas de coeficiente intelectual, la gente intentaba clasificar la inteligencia de un individuo observando el comportamiento. El estadístico británico Francis Galton propuso por primera vez pruebas estandarizadas de inteligencia. Creía que la inteligencia era principalmente una manifestación de la herencia más que el resultado de la crianza. Aunque la investigación de Galton carecía de pruebas sustanciales, sentó las bases para futuras pruebas de coeficiente intelectual.
La diversidad de la inteligencia no se limita a lo que pueden mostrar las pruebas de coeficiente intelectual, sino que también requiere una evaluación cualitativa para una comprensión profunda.
El test de inteligencia Binet-Simon, publicado en 1905 por el psicólogo francés Alfred Binet y el psiquiatra Theodore Simon, se basa en la capacidad del lenguaje y se utiliza principalmente para identificar discapacidades intelectuales en niños en edad escolar. Esta prueba de inteligencia impulsó la investigación en los Estados Unidos y el desarrollo de formas posteriores de pruebas de coeficiente intelectual.
El movimiento eugenésico en los Estados Unidos llamó la atención a principios del siglo XX y este movimiento estuvo estrechamente relacionado con la popularización de las pruebas de coeficiente intelectual. A través de pruebas de inteligencia, este movimiento espera eliminar los genes "malos" y así "mejorar" el nivel de inteligencia de toda la población. El famoso psicólogo Henry Goddard utilizó el test de Binet-Simon para promover la eugenesia, en el que se aplicaba la etiqueta de "estúpidos" a las personas con puntuaciones de coeficiente intelectual más bajas.
Todavía existen desacuerdos y debates en la comunidad científica contemporánea sobre la relación entre el coeficiente intelectual y la herencia.
Con el tiempo, las definiciones y los métodos para medir la inteligencia se han vuelto más diversos. Como un gran número de estudios han demostrado la complejidad de la inteligencia, han surgido diferentes teorías como la teoría de Cattell-Horn-Carroll, que intentan realizar un análisis más detallado de las causas y manifestaciones específicas de la inteligencia. Las pruebas de coeficiente intelectual modernas ya no dan simplemente una puntuación, sino que proporcionan una evaluación multidimensional que incluye habilidades específicas.
Las pruebas de inteligencia modernas, como la Escala de inteligencia Wechsler para adultos (WAIS) y la Escala de inteligencia Wechsler para niños (WISC), no se basan únicamente en un único indicador, sino que evalúan diferentes dimensiones. Estas pruebas están diseñadas para reflejar de manera más completa la estructura intelectual de un individuo, como la distinción entre inteligencia fluida e inteligencia cristalizada, que aclara la diversidad de inteligencias.
Aunque las pruebas de coeficiente intelectual actuales han introducido más dimensiones para evaluar a los individuos, el grado en que la inteligencia se ve afectada por la genética sigue siendo una cuestión importante.
En las últimas décadas, el estudio de la inteligencia y su medición han sufrido numerosos cambios, pero persiste el problema persistente de predecir el coeficiente intelectual basándose en factores genéticos. Esto ha llevado a los científicos a seguir explorando los numerosos factores relacionados con la inteligencia y a intentar aclarar las implicaciones éticas y sociales de este proceso. En este contexto, si el coeficiente intelectual como indicador puede reflejar de manera integral y precisa el nivel de inteligencia de una persona se ha convertido en uno de los temas candentes en la discusión científica actual. La gente no puede evitar preguntar: ¿Cuál es la naturaleza de la inteligencia? ¿El énfasis excesivo en el coeficiente intelectual descuidará el desarrollo de otras cualidades y habilidades más importantes?