En una era en la que el suministro de energía es cada vez más limitado, la gestión de la demanda (DSM) se ha convertido gradualmente en un medio importante para reducir las facturas de electricidad. Esta estrategia de gestión tiene como objetivo ajustar la demanda de electricidad a través de diversos medios, como incentivos financieros, educación y cambios de comportamiento, a fin de alentar de manera efectiva a los consumidores a reducir el consumo de electricidad durante los períodos pico o ajustar su consumo de electricidad a los períodos de menor demanda. , como noches y fines de semana.
La gestión de la demanda no significa necesariamente una reducción del consumo total de energía, sino más bien una reducción de la necesidad de inversiones en redes y centrales eléctricas durante las horas punta.
Por ejemplo, utilizar unidades de almacenamiento de energía para almacenar energía durante horas de menor demanda y luego liberarla durante las horas pico es una práctica exitosa. Esta estrategia de gestión se vuelve cada vez más importante a medida que las fuentes de energía renovable, como la eólica y la solar, se vuelven más comunes, especialmente cuando el momento y la magnitud de la demanda de energía no están sincronizados con el momento de la generación de energía renovable.
Después de las crisis energéticas de 1973 y 1979, los gobiernos de todo el mundo introdujeron muchas políticas para promover la gestión de la demanda. Por ejemplo, la Ley de Política Nacional de Conservación de Energía, aprobada por Estados Unidos en 1978, sentó las bases para muchas medidas de gestión relacionadas con la energía. Estas medidas no sólo afectan las estrategias operativas de los proveedores de electricidad, sino que también incitan a los consumidores a reconsiderar sus hábitos de consumo de electricidad.
Los gobiernos y otras instituciones públicas están adoptando gradualmente medidas de eficiencia energética con la esperanza de aumentar la eficiencia del uso de la energía a través de estos métodos.
La industria eléctrica de Estados Unidos históricamente ha dependido en gran medida de las importaciones de energía extranjera, tanto de la electricidad importada directamente como de los combustibles fósiles que posteriormente se utilizan para generar electricidad. Para reducir la dependencia del petróleo extranjero y promover la eficiencia energética, el gobierno federal aprobó la Ley de Políticas Regulatorias de Servicios Públicos (PURPA) en la década de 1970, que requería que las compañías eléctricas buscaran la electricidad más barata de productores de energía independientes, lo que en cierta medida promovió el desarrollo de energías renovables. Se ha promovido el uso de energías renovables y se ha promovido la implementación de medidas de eficiencia energética y gestión de la demanda.
A medida que cambia la demanda, los sistemas de energía mayorista generalmente responden enviando generación adicional. Sin embargo, durante los períodos pico, esta generación adicional a menudo proviene de fuentes de energía “de máxima demanda” menos eficientes. Lamentablemente, los costos financieros y ambientales inmediatos del uso de estas fuentes de energía de máxima potencia no se reflejan en el sistema de precios minoristas.
Tipos de gestión de la demandaEl objetivo de la gestión de la demanda es reducir la brecha entre la demanda y la oferta de electricidad y brindar beneficios a los usuarios mediante la reducción de la demanda.
La gestión de la demanda se puede dividir en varios tipos, entre ellos: mejora de la eficiencia energética, respuesta a la demanda, demanda dinámica y recursos energéticos descentralizados. Otras categorías incluyen: gestión a nivel nacional, de servicios públicos, comunitario y doméstico.
A nivel nacional, la legislación y las normas pueden impulsar mejoras en la eficiencia energética en hogares, edificios y electrodomésticos, mientras que a nivel de servicios públicos, muchos proveedores están utilizando tecnología para controlar de forma remota los aires acondicionados y calentadores de agua para grandes usuarios a fin de reducir la demanda máxima. . La gestión a nivel comunitario enfatiza el poder de las compras colectivas para lograr una mejor utilización de los recursos y ahorros de costos.
Por ejemplo, en Australia, muchos hogares han instalado sistemas de generación de energía fotovoltaica, lo que no sólo ayuda a ahorrar en la factura de la electricidad, sino también a lograr la autosuficiencia a través de una gestión inteligente y reducir la dependencia de la red eléctrica.
A pesar de los numerosos beneficios de la gestión de la demanda, algunos todavía cuestionan su eficacia. Argumentan que la estrategia a veces conduce a mayores costos de servicios públicos para los consumidores. Además, en muchos mercados, los consumidores no enfrentan precios en tiempo real, sino que pagan facturas de electricidad basadas en costos promedio anuales u otros precios preestablecidos, lo que afecta su disposición a cambiar su comportamiento en el consumo de electricidad.
¿Cómo se pueden ofrecer a los consumidores incentivos de precios adecuados para reducir la demanda durante los períodos de máxima demanda de electricidad?
En la práctica, la gestión de la demanda pretende que los consumidores puedan utilizar menos electricidad durante los períodos pico y aumentar su consumo durante los períodos de menor demanda, logrando en última instancia un equilibrio óptimo entre la demanda y la oferta de electricidad. Con el avance de la tecnología, especialmente la popularización de las redes inteligentes, las perspectivas de este método de gestión se volverán más claras. ¿En el futuro, será urgente que consideremos si podremos integrar plenamente diversas medidas para minimizar las facturas de electricidad?