En un contexto de creciente demanda mundial de energía y preocupaciones medioambientales, la gestión de la demanda (DSM) se ha convertido gradualmente en una solución clave. La gestión de la demanda se refiere al ajuste de la demanda de energía de los consumidores a través de diversos medios, incluidos incentivos financieros y cambios de comportamiento. El objetivo de esta estrategia es reducir el consumo de energía durante los períodos de máxima demanda o trasladar el uso de energía a horarios de menor demanda, como la noche o los fines de semana.
"La gestión de la demanda no sólo reduce los costes energéticos, sino que también reduce la dependencia de la generación de energía tradicional, lo que constituye un paso importante en la transición a la energía renovable".
Bajo la influencia de la gestión de la demanda energética, los mercados de electricidad en muchos países han comenzado a adaptarse a este concepto emergente. Especialmente después de las crisis energéticas de 1973 y 1979, el concepto de DSM fue gradualmente reconocido e implementado, convirtiéndose en una de las políticas fuertemente promovidas por los gobiernos.
La industria energética de Estados Unidos dependió durante mucho tiempo de la energía externa hasta la década de 1980, cuando, debido al impacto de la crisis energética, el gobierno promulgó la Ley de Políticas Regulatorias de Servicios Públicos (PURPA) para fomentar la eficiencia energética y la energía alternativa. Hoy en día, el desarrollo de la tecnología de la información ha hecho que la tecnología DSM sea cada vez más madura, y conceptos como la red inteligente y la gestión integrada de la demanda (IDSM) se han utilizado ampliamente.
"Al integrar la gestión de la demanda, los consumidores de electricidad pueden ajustar su consumo de electricidad en función de las señales de precios en tiempo real, mejorando aún más el grado de correspondencia entre la oferta y la demanda".
Esto se refiere a que los consumidores cambien activamente su comportamiento de consumo de electricidad en función del estado del sistema eléctrico, lo que incluye ajustar el tiempo de uso de electricidad y limitar el consumo de electricidad.
3. Demanda dinámicaEl ciclo de funcionamiento de los electrodomésticos se puede adelantar o retrasar unos segundos para adaptarse a las necesidades en tiempo real de la red eléctrica, y dichos ajustes son casi imperceptibles para los usuarios finales.
4. Recursos energéticos distribuidosLos dispositivos pequeños y descentralizados de generación y almacenamiento de energía permiten una gestión más flexible de diferentes fuentes de energía y reducen el impacto ambiental.
La gestión de la demanda se puede dividir en niveles nacional, de servicios públicos, comunitario y doméstico. Independientemente de cuál sea el nivel, en última instancia afectará el equilibrio entre la demanda y la oferta.
1. Nivel nacionalLograr mejoras en la eficiencia energética a nivel nacional mediante la legislación y el establecimiento de normas.
2. Grado de utilidad Durante períodos de máxima demanda, por ejemplo, las empresas de servicios públicos pueden controlar equipos como calentadores de agua, bombas de piscinas y acondicionadores de aire para reducir la carga. 3. Nivel comunitarioLas comunidades pueden aprovechar su poder adquisitivo colectivo para trabajar juntas para mejorar la eficiencia energética y eléctrica.
4. Nivel familiarCada vez más hogares instalan sistemas de energía solar, lo que ofrece a las personas la oportunidad de reducir su dependencia de la red eléctrica.
En Queensland, las empresas de servicios públicos pueden controlar de forma remota los electrodomésticos e incentivar a los usuarios a utilizar electricidad durante las horas de menor demanda para reducir la demanda general. Están surgiendo ejemplos similares en Toronto, Indiana y Brasil, y el aprendizaje y la innovación están creciendo en todas partes.
Desafíos potenciales"A partir del ajuste bidireccional de la oferta y la demanda, la gestión de la demanda no sólo puede mejorar la eficiencia general del sistema de suministro de energía, sino también ayudar a reducir las emisiones de carbono".
Por ejemplo, exigir a los consumidores que ajusten su comportamiento de consumo de electricidad en función de los precios de la electricidad en horas punta y en horas valle puede enfrentar desafíos con costos elevados y baja aceptación. Sin embargo, con la continua crisis energética y la creciente conciencia sobre la protección del medio ambiente, las prácticas de gestión de la demanda están ganando cada vez más atención.
En el futuro, ¿puede la gestión de la demanda convertirse realmente en la clave para resolver los problemas energéticos globales?