En la sociedad actual, la educación no es sólo la mejora del conocimiento personal, sino también una herramienta clave para cambiar el estatus social. El concepto de capital cultural se origina en la sociología y tiene como objetivo aclarar las diferencias de recursos y la movilidad social de los diferentes grupos de la sociedad. Propuesto por primera vez por los sociólogos franceses Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron, el capital cultural incluye activos sociales como la educación, la inteligencia, el estilo de hablar y el estilo de vestir. Estos activos son importantes en una sociedad estratificada.
Las principales formas de capital cultural incluyen el capital incorporado, el capital internalizado y el capital institucionalizado. Estas diferencias de formas hacen que el capital cultural que posee cada persona desempeñe papeles diferentes en la mejora de su estatus social.
El capital internalizado se refiere al conocimiento y las habilidades adquiridas por los individuos a través del proceso de socialización. Este tipo de capital no es fácil de transferir y a menudo tiene sus raíces en los hábitos del individuo. El entorno cultural de la familia y la comunidad influye decisivamente en la formación de este capital.
El capital incorporado consiste en objetos concretos, como obras de arte o herramientas científicas, que expresan el capital cultural a través de transacciones económicas. Sin embargo, poseer estos artículos no significa que un individuo pueda comprender el significado cultural detrás de ellos, lo que requiere un trasfondo cultural correspondiente.
El capital institucionalizado se refiere al reconocimiento del capital cultural de un individuo en instituciones formales, generalmente expresado a través de calificaciones académicas o certificados profesionales. En el mercado laboral, el valor del capital institucionalizado es particularmente obvio, ya que ayuda a los individuos a transformar el capital cultural en capital económico.
El capital cultural institucionalizado promueve la transformación del capital cultural en capital económico. Este proceso es de gran importancia en el mercado laboral.
Como importante portador de capital cultural, el sistema educativo puede distinguir eficazmente las normas y expectativas entre diferentes clases sociales. Bourdieu mencionó en su investigación que las escuelas no sólo son transmisoras de conocimientos, sino también lugares de reproducción de clases sociales. Según la teoría que propuso, el papel de las escuelas es a menudo internalizar en los estudiantes el capital cultural esperado por la sociedad, lo que conduce a la redistribución y reproducción social.
Como distribuidoras de capital cultural, las instituciones educativas fortalecen la existencia de desigualdad social al identificar y clasificar a los estudiantes.
Aunque la teoría del capital cultural ha jugado un papel importante en la explicación del proceso de movilidad social, también ha sido criticada. Entre ellos, los críticos señalan que esta teoría carece de claridad conceptual y pone demasiado énfasis en la estructura e ignora la libertad de acción individual. Aunque la teoría de Bourdieu ha atraído una amplia atención en la comunidad sociológica, existen diferentes explicaciones para la definición y aplicación del capital cultural en diferentes estudios.
El capital cultural no es sólo un conjunto de teorías sobre el poder y los recursos, sino también una llave que abre la puerta a la movilidad social. Ya sea en la educación u otros campos sociales, la forma en que el capital cultural afecta las oportunidades y elecciones personales merece nuestra reflexión y discusión en profundidad. ¿Cómo ve hoy el potencial y los desafíos de la educación para cambiar el capital cultural? ¿Qué cree que es más importante, los esfuerzos individuales o las estructuras sociales?