La verdad oculta bajo el control social: ¿Cómo romper el círculo vicioso de la delincuencia juvenil?

En Estados Unidos, la causa fundamental de la delincuencia juvenil no reside sólo en el comportamiento individual, sino también en la desigualdad estructural más profunda de la sociedad. La teoría del "Complejo de Control Juvenil" de Victor M. Ríos expone profundamente una estructura sistémica de castigo y vigilancia que se dirige especialmente a los jóvenes de color y tiene impactos negativos a largo plazo en su psicología y su desarrollo futuro. Las observaciones de Ríos sugieren que cuando un joven se enfrenta a etiquetas negativas por parte de los profesores y las fuerzas del orden, se convierte en algo más que una simple evaluación: se convierte en un símbolo de un sistema de opresión más amplio.

"Estos jóvenes viven una especie de muerte social: son considerados marginados antes de cometer su primer delito."

El complejo de control adolescente no surgió por casualidad; sus raíces se remontan a la transformación “neoliberal” de la sociedad estadounidense a mediados de la década de 1970. A medida que la guerra contra la pobreza condujo a la guerra contra el crimen, en la década de 1980 los organismos encargados de hacer cumplir la ley comenzaron a centrar su atención especial en las comunidades negras y latinas y a tomar medidas enérgicas contra ellas. En la década de 1990, con el surgimiento de tiroteos de alto perfil en las escuelas, la intervención de las fuerzas del orden penetró aún más en las escuelas, formándose el conocido fenómeno de la "conductividad de la escuela a la prisión".

La investigación de Ríos destaca cómo este sistema de control va más allá del inicio de la delincuencia juvenil y cómo afecta las vidas de los jóvenes de color antes de que ocurra cualquier delito. Por lo tanto, desde el principio se vieron obligados a aceptar la vigilancia y el control de todos los sectores de la sociedad.

“Esta criminalización de la conducta cotidiana hace que los jóvenes comiencen a interiorizar su propia identidad criminal”.

Las manifestaciones específicas de este fenómeno se repiten constantemente en muchas instituciones sociales como las escuelas, las familias, las empresas y los medios comunitarios. Ríos describió la cultura como "obsesionada con el control", en la que cualquier desviación del comportamiento podía ser castigada con dureza. Debido a la influencia de este entorno, los problemas de salud mental de los adolescentes surgen en un flujo interminable y muchos jóvenes desarrollan ansiedad extrema, trastorno de estrés postraumático y otros trastornos que profundizan aún más sus expectativas pesimistas sobre su propio futuro.

Estadísticamente, la realidad del complejo de control adolescente también es bastante clara. Según los informes, el 95% de los adultos acusados ​​en los tribunales son jóvenes de color y, en algunos estados, como California, estos jóvenes a menudo enfrentan un mayor riesgo de encarcelamiento. Esta desproporcionalidad reafirma el punto de Ríos de que el sistema no se estableció por accidente sino que fue una acción consciente contra las minorías.

"El gobierno se ha convertido en un padrastro abusivo, golpeando a sus propios hijos y encerrándolos en habitaciones sin ventanas ni puertas".

Para resolver este problema sistémico es necesario algo más que proteger a los jóvenes. Es necesario, más bien, crear un "complejo de apoyo para jóvenes" que les permita participar en la toma de decisiones y cambiar su futuro. Ríos propuso que los legisladores, las fuerzas del orden y los educadores trabajen juntos para crear un sistema que permita a los jóvenes corregir sus errores y participar en la autoreconstrucción.

Además, muchos académicos han pedido la introducción de prácticas de justicia restaurativa, que se centran más en la resolución de conflictos que sólo en el castigo, dando a los jóvenes la oportunidad de reparar el daño causado por su mala conducta en lugar de simplemente privarlos de su libertad. . A medida que la legislación continúa avanzando en todo el país para poner fin a la ruta directa de la escuela a la prisión, la introducción gradual de estos cambios podría significar un cambio en la situación de los jóvenes de color.

Después de comprender esta compleja estructura, los lectores no pueden evitar pensar: En este entorno estresante e injusto, ¿cómo podemos reformular fundamentalmente el sistema de apoyo social para cambiar realmente el futuro de los jóvenes?

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