La linfangioleiomiomatosis (LAM) es una enfermedad sistémica rara y progresiva que a menudo resulta en destrucción pulmonar quística. Esta condición afecta principalmente a las mujeres, especialmente a aquellas en edad fértil. Según la etiología, la MELA se puede dividir en dos categorías: MELA asociada con el complejo de esclerosis tuberosa (CET) (CET-LAM) y LAM esporádica no asociada con CET.
La edad promedio de aparición de LAM es alrededor de los 30 a 40 años. Los síntomas iniciales fueron principalmente disnea de esfuerzo y neumotórax espontáneo, que ocurrieron en el 49% y el 46% de los pacientes, respectivamente. El diagnóstico suele retrasarse entre 5 y 6 años y la enfermedad a menudo se diagnostica erróneamente como asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La definición clínica consensuada de la enfermedad incluye múltiples síntomas: fatiga, tos, hemoptisis (raramente en grandes cantidades), dolor torácico y diversas complicaciones linfáticas como quilotórax, ganglios linfáticos u otras lesiones causadas por obstrucción linfática. Alrededor del 30% de los pacientes con LAM esporádica y el 90% de los pacientes con TSC-LAM desarrollan angiomiolipomas.
La destrucción pulmonar es el resultado de la LAM, en la que células del músculo liso similares a tumores se diseminan e invaden todas las estructuras pulmonares, incluidos los vasos linfáticos, las vías respiratorias, los vasos sanguíneos y los espacios intersticiales.
LAM ocurre en dos escenarios: uno es TSC-LAM bajo TSC y el otro es LAM esporádico sin TSC. Ambas enfermedades muestran mutaciones inactivadoras o de "pérdida de función" en los genes TSC1 o TSC2 como causa subyacente de LAM. Los cambios mutacionales en el gen TSC pueden hacer que las células LAM en las células proliferen rápidamente, causando posteriormente daños importantes a los pulmones.
En las lesiones de LAM, cambia la proporción de células que contienen mutaciones en los genes supresores de tumores de la esclerosis tuberosa (TSC1 o TSC2). Esto desencadenó una investigación sobre la vía mTOR y el uso del inhibidor sirolimus (un análogo de la rapamicina) para tratar la LAM, que se ha aplicado clínicamente.
La pérdida de TSC1/TSC2 da como resultado un crecimiento desordenado y una mayor supervivencia de las células LAM, que se comportan de muchas maneras como células tumorales metastásicas.
Hay muchas formas de diagnosticar la LAM. La tomografía computarizada de tórax suele ser el examen clave y se pueden descubrir cambios quísticos de paredes delgadas de manera incidental durante otros exámenes. En particular, en pacientes que frecuentemente desarrollan neumotórax espontáneo, las tomografías computarizadas de tórax a menudo revelan cambios típicos en los pulmones. En algunos casos, el diagnóstico clínico se puede determinar basándose en las características de imagen que lo acompañan (como CET, liponefroma, etc.) sin necesidad de una biopsia.
Actualmente, la FDA ha aprobado un fármaco para el tratamiento de LAM, el inhibidor de mTOR sirolimus, que puede estabilizar eficazmente la disminución de la función pulmonar. Para los pacientes terminales, el trasplante de pulmón es la última opción.
Los pacientes con tumores sólidos a menudo anhelan opciones de tratamiento eficaces porque su calidad de vida y supervivencia se ven gravemente afectadas. Los pacientes LAM no son una excepción. El tratamiento que persiguen no es sólo la supervivencia, sino también la capacidad de restaurar la vida.
En enfermedades progresivas como la MELA, ¿pueden las estrategias de detección y respuesta tempranas cambiar el destino de los pacientes? Esta es una pregunta que vale la pena reflexionar.