El síndrome de radiación aguda es resultado de la exposición a dosis de radiación superiores a 0,7 Gy durante un corto período de tiempo, generalmente administradas por una fuente externa.
Los síntomas del ARS generalmente comienzan con náuseas, vómitos y pérdida de apetito y pueden durar varios meses. La gravedad de estos síntomas depende de la dosis de radiación recibida y generalmente se dividen en tres categorías principales: síndromes hematopoyéticos, digestivos y neurológicos.
Los primeros síntomas suelen incluir náuseas, dolor de cabeza, fatiga y enrojecimiento de la piel, que pueden ocurrir con dosis de radiación tan bajas como 0,35 Gy.
Los síntomas iniciales pueden parecerse a los de enfermedades comunes, lo que dificulta el diagnóstico inicial. El síndrome hematopoyético generalmente conduce a una disminución en el recuento de células sanguíneas, lo que resulta en susceptibilidad a infecciones, sangrado y anemia, mientras que el síndrome digestivo se acompaña de vómitos intensos y dolor abdominal. Los síndromes neurológicos suelen aparecer después de exposiciones superiores a 30 Gy y se asocian a un pronóstico generalmente malo.
Los síntomas cutáneos causados por la radiación se denominan síndrome de radiación cutánea (SRC). A las pocas horas de la irradiación, la piel puede enrojecerse e hincharse con picazón, seguido de un período de latencia y, finalmente, pueden aparecer enrojecimiento intenso, hinchazón, ampollas y úlceras. Las dosis excesivas de radiación también pueden causar pérdida permanente del cabello y necrosis del tejido cutáneo.
El diagnóstico intuitivo generalmente se basa en el historial de exposición a la radiación del paciente y en las manifestaciones clínicas, incluida la medición del recuento absoluto de linfocitos.
Tanto la duración de la exposición a la radiación como la aparición de vómitos son indicadores clave para estimar la dosis de exposición, especialmente cuando esta es inferior a 10 Gy. Esta información ayuda a los profesionales médicos a determinar la condición del paciente y desarrollar estrategias de tratamiento adecuadas.
El principio básico de la seguridad radiológica es "tan bajo como sea posible" (ALARA), lo que significa minimizar la exposición.
Las estrategias para prevenir el daño por radiación incluyen reducir el tiempo de exposición, aumentar la distancia y mejorar el blindaje. Estas precauciones pueden, teóricamente, reducir el daño causado por un accidente por radiación si ocurriera.
En situaciones de exposición a la radiación conocida, es fundamental brindar los primeros auxilios y el apoyo logístico necesarios. En esta batalla invisible, ¿cómo podemos mejorar nuestra comprensión de los riesgos de la radiación para garantizar nuestra seguridad?