La ideación suicida, o pensar en suicidarse, no es un diagnóstico independiente, sino que es un síntoma de muchos trastornos psicológicos. Según el estudio, alrededor de 8,3 millones de adultos en los Estados Unidos informaron haber tenido pensamientos suicidas, incluidos planes de suicidio más serios, entre 2008 y 2009. La ideación suicida varía desde pensamientos fugaces hasta planes detallados, lo que hace que la comprensión de los factores de riesgo de la ideación suicida sea un foco de atención profesional y social.
Según la CIE-11, la ideación suicida son "pensamientos o ideas sobre la posibilidad de terminar con la propia vida que van desde pensamientos de que uno podría estar mejor hasta la elaboración de un plan detallado".
Entre los adolescentes, la prevalencia de pensamientos suicidas también es significativa. Muchos investigadores de salud mental señalan que el riesgo de tener pensamientos suicidas debe tomarse en serio, independientemente de que exista o no un diagnóstico. Por lo tanto, la identificación y la intervención tempranas son especialmente importantes y pueden reducir eficazmente la incidencia de la conducta suicida.
Factores de riesgo de pensamientos suicidas Enfermedad mental Los pensamientos suicidas están asociados con una variedad de enfermedades mentales, especialmente la depresión mayor, los trastornos de ansiedad y el trastorno límite de la personalidad. Estudios han encontrado que el 73% de los pacientes con trastorno límite de la personalidad han intentado suicidarse. Otros factores de riesgo incluyen enfermedades crónicas, estrés prolongado y antecedentes familiares.Muchas personas con enfermedades mentales tienen más probabilidades de tener pensamientos suicidas cuando se enfrentan a acontecimientos importantes de la vida.
Aunque el uso de antidepresivos puede aliviar los síntomas depresivos, también puede provocar el efecto secundario de pensamientos suicidas. Ciertos medicamentos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), se han asociado con pensamientos suicidas. Por lo tanto, los médicos deben evaluar cuidadosamente el riesgo que corren sus pacientes al recetar estos medicamentos.
Los acontecimientos importantes de la vida, como la pérdida del empleo, la muerte de un ser querido o la ruptura de una relación, a menudo pueden desencadenar pensamientos suicidas. Los estudios muestran que los adolescentes que sufren violencia doméstica o abuso físico tienen un riesgo significativamente mayor de depresión y pensamientos suicidas.
Si hay antecedentes de enfermedad mental en la familia, los niños corren un riesgo relativamente alto de experimentar pensamientos suicidas. La estrecha relación entre padres e hijos, especialmente la aceptación por parte de los padres de la expresión de la orientación sexual de sus hijos, puede afectar significativamente la salud mental de los niños. Los estudios han demostrado que cuando los adolescentes tienen una buena relación con sus padres, es menos probable que tengan pensamientos suicidas.
La investigación psicológica enfatiza que la calidad de la relación entre padres e hijos es extremadamente crítica para el impacto de los pensamientos suicidas en los adolescentes.
La identificación y el tratamiento tempranos se consideran las mejores maneras de prevenir pensamientos y conductas suicidas. Cuando los problemas de salud mental se detectan y se tratan oportunamente, el riesgo de suicidio puede reducirse significativamente. Sin embargo, muchas personas que se suicidan no buscan ayuda profesional antes de morir.
El 91% de las víctimas de suicidio tenían una enfermedad mental, pero sólo el 35% había recibido tratamiento.
Aumentar el acceso a la psicoterapia y aumentar la conciencia sobre los problemas de salud mental son estrategias potenciales para mejorar la búsqueda de tratamiento. Además, también se cree que brindar apoyo psicológico a través de Internet es más eficaz para ayudar a las personas que enfrentan pensamientos suicidas.
ConclusiónComprender los pensamientos suicidas y sus factores de riesgo no sólo consiste en ayudar a quienes están en crisis, sino también en generar conciencia y atención sobre la salud mental en la sociedad en su conjunto. ¿Tenemos suficiente capacidad de reconocimiento para detectar las crisis en quienes nos rodean?