La enteritis canina, especialmente la enteritis causada por parvovirus canino, supone una gran amenaza para la salud de los perros. Este virus altamente contagioso se transmite principalmente a través de las heces de perros infectados y sólo puede prevenirse mediante una vacunación eficaz. Sin embargo, incluso si están vacunados, los perros todavía corren el riesgo de contraer infecciones por virus en el medio ambiente. A medida que el parvovirus canino se propaga rápidamente, la enfermedad afecta no sólo a los perros sino también a otros mamíferos, como zorros, gatos y zorrillos.
La propagación del parvovirus canino es alarmante y la tasa de supervivencia de los cachorros no vacunados después de la infección es tan baja como el 9%.
Los síntomas de la infección suelen aparecer entre tres y diez días. La manifestación más temprana es el letargo, que puede ir seguido de vómitos, fiebre y diarrea intensa, especialmente diarrea con sangre. Estos síntomas pueden provocar deshidratación, lo que afecta aún más el equilibrio electrolítico y puede ser mortal en casos graves.
La diarrea y los vómitos son las principales causas de deshidratación en los perros, lo que puede tener consecuencias críticas para la salud.
El diagnóstico generalmente se basa en la detección del parvovirus canino (CPV2) en las heces. Cuando aparecen síntomas específicos, su veterinario puede solicitar una prueba ELISA o un microscopio electrónico para confirmar la enfermedad. Si se diagnostica a tiempo, un tratamiento agresivo puede mejorar en gran medida las posibilidades de recuperación de su perro.
Actualmente no existen tratamientos específicos aprobados para el parvovirus canino y el enfoque médico se centra principalmente en la atención de apoyo. Esto a menudo implica hospitalización para hacer frente a la deshidratación y posible daño intestinal. La tasa de éxito del tratamiento está relacionada con el diagnóstico precoz de la infección y la edad. El tratamiento suele incluir líquidos intravenosos, medicamentos contra los vómitos y antibióticos de amplio espectro.
Las investigaciones muestran que los cachorros con síntomas leves generalmente pueden recuperarse en dos o tres días si se les proporciona rehidratación intravenosa temprana.
Desde que se identificó por primera vez el parvovirus canino a finales de la década de 1970, la enfermedad se ha extendido rápidamente y se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud de los perros en todo el mundo. Variantes genéticas específicas, como CPV-2a y CPV-2b, son responsables de la expansión de la epidemia y, en ocasiones, estas variantes plantean desafíos a las vacunas existentes.
Una estrategia de prevención eficaz es sin duda la vacunación. Como el parvovirus canino es muy tolerante y puede sobrevivir incluso en temperaturas y ambientes extremos, es igualmente importante mantener el ambiente limpio y desinfectado. Los exámenes y las vacunas periódicos pueden reducir eficazmente el riesgo de infección en los perros.
El parvovirus canino puede estar escondido en el polvo y la suciedad, lo que hace que la limpieza y la desinfección sean una prioridad absoluta.
Se están desarrollando nuevos tratamientos, como el desarrollo de anticuerpos monoclonales, que pueden proporcionar una terapia preventiva para el parvovirus canino. Se necesitan más investigaciones para determinar la eficacia y seguridad de estos nuevos tratamientos.
Como dueño de un perro, es fundamental comprender y prevenir el parvovirus canino. Ante una enfermedad así, ¿cómo protegerías a tu mascota de la amenaza de infección?