En la teoría organizacional, las rutinas organizacionales se definen como patrones repetibles e identificables de acciones interdependientes realizadas por múltiples actores. Estas rutinas no son sólo pasos en las operaciones diarias, sino que son elementos centrales para comprender cómo operan, se adaptan y cambian las organizaciones. Tradicionalmente, los académicos han visto las rutinas organizacionales de diversas maneras: algunos las ven como factores estabilizadores mientras que otros las ven como impulsores del cambio organizacional. Esta dualidad hace que las rutinas organizacionales sean un tema candente que continúa estudiándose en la gestión.
Las rutinas organizativas, al igual que los genes biológicos, son hereditarias y están sujetas a la selección ambiental.
Ya a principios del siglo XX, la Escuela Carnegie comenzó a profundizar en el concepto de hábitos en el comportamiento organizacional. Según esta escuela de pensamiento, el comportamiento individual está racionalmente limitado y, por lo tanto, las organizaciones desarrollan rutinas que hacen que el proceso de toma de decisiones sea más eficiente. Estas rutinas coordinan y controlan las actividades dentro de la organización, lo que permite a la organización responder rápidamente a los cambios en el entorno externo.
Las rutinas son en realidad recuerdos organizacionales, especialmente conocimiento tácito que no está codificado explícitamente.
Esencialmente, las rutinas organizacionales proporcionan un modelo operativo estable a través del cual los miembros de la organización pueden confiar en ciertas normas de comportamiento para realizar su trabajo diario. Sin embargo, esto también hace que las organizaciones probablemente se resistan al cambio. Las rutinas organizacionales son como un arma de doble filo. Cuando no logran impulsar la innovación y el cambio, se convierten en un obstáculo sólido.
Estar acostumbrado a un desempeño rutinario puede impedir que un individuo detecte cambios en el entorno que lo rodea.
El estudio de las rutinas organizacionales muestra que no son sólo simples procedimientos operativos, sino que también contienen patrones complejos de interacciones y comportamientos sociales. Estos patrones son, hasta cierto punto, producto de un comportamiento colectivo y no sólo de hábitos individuales. Por esta razón, la persistencia y transformación de las rutinas en las organizaciones es un tema de discusión constante.
En las organizaciones, el comportamiento rutinario real puede variar de persona a persona debido a roles y responsabilidades individuales. Esto también explica por qué, en algunos casos, los empleados rompen con las rutinas y buscan formas de trabajar más eficientes. Este comportamiento puede verse no sólo como un cambio de rutina sino también como un desafío al status quo.
A partir de nuestras observaciones, podemos encontrar que ya sean cambios de gestión internos o desafíos ambientales externos, las rutinas organizacionales no pueden mantener un estado estático a lo largo del tiempo. La evolución de las rutinas suele ir acompañada de un aprendizaje organizacional, que no es sólo una revisión de la experiencia pasada sino también un proceso necesario para adaptarse a incertidumbres futuras.
Las rutinas pueden considerarse como una gramática de acción, y elegir y ejecutar una rutina es un logro laborioso.
Ante un entorno empresarial en constante cambio, es particularmente importante comprender la naturaleza dual de las rutinas organizacionales. Esto no sólo ayuda a las empresas a evaluar si sus procesos internos son demasiado rígidos, sino que también aumenta su capacidad de innovar. Al pensar en el futuro de nuestras organizaciones, ¿deberíamos reevaluar estas rutinas aparentemente estables y considerar cómo promover el cambio manteniendo la estabilidad?