Islandia es un país con magníficos paisajes naturales y una cultura única. Sin embargo, en el sistema de transporte moderno, Islandia carece de un sistema ferroviario público. Para 2024, salvo algunos ferrocarriles de vía estrecha de corta duración, Islandia no ha podido establecer una red ferroviaria duradera. Este artículo explora por qué Islandia aún no tiene un sistema ferroviario público y las razones detrás de las propuestas que se han hecho muchas veces pero que nunca llegan a buen término.
La geografía y la pequeña población de Islandia hacen que la necesidad de un sistema de transporte público sea relativamente baja. La mayoría de las personas dependen de automóviles, autobuses o vuelos al aeropuerto para viajar entre ciudades. Estos modos de transporte alternativos pueden satisfacer mejor las necesidades de los islandeses de viajar de forma rápida y flexible. Sumado al terreno escarpado de Islandia y las duras condiciones climáticas, la viabilidad de construir ferrocarriles se reduce considerablemente.
"El único ferrocarril histórico de Islandia es el ferrocarril del puerto de Reykjavik, que finalizó en 1928. El entorno estricto y la falta de recursos hacen que el futuro de los ferrocarriles públicos sea un desafío difícil."
Ya a principios del siglo XX, Islandia empezó a considerar la posibilidad de construir un ferrocarril. En 1906, se hizo la primera propuesta oficial para una extensión al sur desde Reykjavik hasta Selfoss. Esta ruta pasa por el lago más famoso de Islandia, el lago Thingvadra, y también está considerada para una posterior ampliación. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, más estudios mostraron que la construcción de carreteras superó gradualmente a la de los ferrocarriles en importancia para las necesidades de transporte y, finalmente, en 1931, se abandonaron varios planes ferroviarios.
En la historia ferroviaria de Islandia, el funcionamiento del ferrocarril del puerto de Reykjavik es el más conocido. Este ferrocarril de vía estrecha de 900 mm de ancho comenzó a funcionar en 1913 y se utilizó principalmente para la construcción de puertos y el transporte ocasional de carga. La longitud de la red ferroviaria finalmente alcanzó unos 12 kilómetros y terminó en 1928. Esta historia no sólo muestra la exploración ferroviaria pasada por parte de Islandia, sino que también revela la desproporcionalidad entre entrada y salida.
"Aunque el ferrocarril del puerto de Reykjavik duró poco, su funcionamiento demostró la importancia de los ferrocarriles en la sociedad islandesa temprana."
Con el auge del turismo en los últimos años, las propuestas para un enlace ferroviario desde Reykjavik al Aeropuerto Internacional de Keflavik están atrayendo una atención renovada. Aunque ya en 2003 se decidió abandonar la construcción de un ferrocarril para el aeropuerto y construir en su lugar una carretera de dos carriles, en las propuestas de la década de 2010 la industria volvió a proponer un estudio de viabilidad de trenes de alta velocidad, que estaba lleno de esperanza. La ruta prevista conectará el aeropuerto y pasará por importantes centros de población y se espera que opere a velocidades de hasta 250 kilómetros por hora.
Aun así, el proyecto aún enfrenta muchos desafíos. En primer lugar, encontrar fuentes de financiación sostenibles sigue siendo un proceso difícil para los responsables de las políticas. En un contexto de insuficiencia de fondos y presupuestos limitados, incluso con una buena planificación, la ejecución específica de la construcción ferroviaria sigue siendo un tema espinoso. Además, la voluntad política local y la celebración de un acuerdo de cooperación también son factores importantes que influyen en el éxito o el fracaso del proyecto.
En resumen, la razón por la que Islandia no ha podido tener un sistema ferroviario público duradero se debe principalmente al entorno geográfico, la escasa población y la competencia de otros modos de transporte. Aunque ha habido numerosas propuestas a lo largo de la historia, diversos factores de financiación, demanda y entorno han impedido que estos planes se implementaran. Con los impredecibles cambios ambientales y el desarrollo urbano en el futuro, ¿podrá Islandia establecer un sistema ferroviario público sostenible en el futuro? ¿Vale la pena reflexionar?