Lepeophtheirus salmonis es un parásito marino que se encuentra principalmente en el salmón del Pacífico y del Atlántico y en la lubina. Los parásitos se alimentan de la mucosidad, la piel y la sangre de los peces y, cuando se desprenden, son arrastrados por el viento, como el plancton, por la superficie del océano. Cuando encuentran un pez marino huésped adecuado, se adhieren a la piel, las aletas o las branquias del pez. Por lo tanto, no se puede subestimar el impacto de los salmónidos en la acuicultura, especialmente en el salmón.
Los gusanos salmónidos parasitan directamente al huésped, causándole daños físicos como daños en las aletas, erosión de la piel, sangrado persistente y heridas, que proporcionan una vía para la entrada de otros patógenos.
El ciclo de vida de los salmónidos es bastante complejo e implica múltiples etapas de desarrollo, desde las crías eclosionadas (nauplios) hasta las larvas adheridas (copepódidos) y los adultos maduros. Su capacidad reproductiva es asombrosa y las hembras del gusano salmón pueden poner hasta una docena de pares de huevos durante su ciclo de vida. Esto hace que sea extremadamente fácil para los salmónidos reproducirse y expandirse rápidamente en plantas de acuicultura marina.
Las investigaciones han demostrado que las infestaciones de salmónidos en las granjas de acuicultura marina pueden causar pérdidas acuícolas a gran escala dentro de un rango controlable, porque cuando la infestación no se controla, una gran cantidad de huevos se esparcirá a las aguas circundantes, lo que eventualmente afectará a la vida silvestre circundante. pez.
En 2016, se informó que la infección por gusanos del salmón provocó que la industria del salmón escocés perdiera hasta 300 millones de libras, lo que no solo puso a muchos agricultores en riesgo de quiebra, sino que también causó daños en la piel e infecciones secundarias en los peces.
Actualmente, existen muchas medidas para combatir a los salmónidos, incluido el uso de tecnologías de selección genómica y edición genética (como CRISPR) para mejorar la resistencia del salmón. Estas tecnologías tienen como objetivo aumentar los índices de resistencia de los salmónidos, reduciendo así las pérdidas en el proceso de acuicultura a largo plazo.
Sin embargo, la diversidad y la compleja capacidad reproductiva de los salmónidos implican que incluso la tecnología genética más avanzada puede no ser capaz de eliminar por completo la amenaza que representa este parásito para el salmón de cultivo. Estos parásitos no sólo afectan a las propias granjas, sino que también amenazan indirectamente a las poblaciones de salmón salvaje circundantes, lo que provoca aún más desequilibrio en el ecosistema.
Los gusanos salmónidos no sólo causan daños físicos, sino que también pueden actuar como vectores de otras enfermedades de los peces, como la anemia infecciosa del salmón, lo que hace que pescadores por lo demás sanos se enfrenten a mayores desafíos.
Los científicos siguen trabajando para encontrar una solución eficaz al problema de los salmónidos. A medida que crece la demanda de acuicultura, el problema de estos parásitos no desaparecerá con el avance de la tecnología acuícola. Es probable que los métodos de cultivo sostenibles, una mayor conciencia de la protección ecológica y la nueva biotecnología proporcionen la mejor solución a este problema en el futuro.
Entonces, mientras pensamos en el impacto de la cría de salmón en los ecosistemas, ¿deberíamos reexaminar nuestras prácticas agrícolas y considerar priorizar la sostenibilidad y la conservación?