La enfermedad de Charcot-Marie-Tooth (CMT) es una neuropatía motora y sensorial hereditaria común que afecta el sistema nervioso periférico y provoca la pérdida progresiva del tejido muscular y del tacto. De todos los trastornos genéticos del sistema nervioso, la CMT es el más común y afecta aproximadamente a una de cada 2500 personas. Por lo tanto, comprender sus primeros síntomas, especialmente el pie caído, es crucial para mejorar la precisión del diagnóstico y el momento del tratamiento.
El pie caído, también conocido como "pie caído", se refiere a la incapacidad del paciente para levantar la parte anterior del pie normalmente, lo que hace que los dedos se arrastren por el suelo al caminar. Este síntoma es muy común en personas con CMT y, a menudo, es la primera señal de advertencia clara de que la enfermedad está comenzando.
Cuando se produce el pie caído, los pacientes a menudo ajustan automáticamente su forma de andar para evitar tropezar. Esta respuesta intuitiva en realidad enmascara la enfermedad neurológica subyacente.
La CMT se debe principalmente a mutaciones genéticas, que provocan defectos en las proteínas neuronales. La mayoría de las mutaciones de CMT afectan la formación de mielina, la capa grasa protectora que rodea los axones nerviosos. Tomemos como ejemplo la duplicación del gen PMP22 en el cromosoma 17, que es la causa principal de aproximadamente el 70-80% de los casos de CMT.
La identificación temprana del pie caído es clave, ya que esto no solo ayuda a los pacientes a recibir un diagnóstico oportuno, sino que también les permite permanecer funcionalmente más móviles. Algunos otros síntomas típicos de la CMT incluyen pies con arco alto, dedos doblados, etc., que generalmente aparecen en la infancia o la adolescencia de los pacientes, pero algunos casos pueden no aparecer hasta la edad adulta.
Según las investigaciones, cuanto antes se inicie la fisioterapia y la corrección, mejor será la calidad de vida y el funcionamiento diario del paciente.
El diagnóstico de CMT generalmente incluye pruebas de velocidad de conducción nerviosa y secuenciación genética. Estas pruebas pueden determinar el alcance del daño a los nervios y el tipo de mutación genética, lo que ayuda a los médicos a desarrollar un plan de tratamiento personalizado.
Las ortesis personalizadas son una opción de tratamiento común para pacientes con pie caído, que puede ayudar a los pacientes a mantener la estabilidad al caminar y prevenir caídas. Además, la fisioterapia también puede mejorar su movilidad.
Actualmente no existen muchos tratamientos para la CMT y una investigación más profunda sobre los mecanismos moleculares puede revelar nuevos objetivos terapéuticos. Por ejemplo, los investigadores están explorando cómo mejorar la función motora modulando la interacción de la neuropilina 1 (Nrp1) y el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF).
El pie caído no es solo un síntoma que enfrentan las personas con la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, sino que es un indicador clave que conduce al diagnóstico y tratamiento. A medida que avance la investigación, esperamos contar con tratamientos más eficaces en el futuro para mejorar la calidad de vida de los pacientes. ¿Quizás deberíamos pensar en cómo podemos apoyar mejor a quienes enfrentan los desafíos de esta enfermedad?