La Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965 es conocida como una de las leyes más importantes de la historia de Estados Unidos. Este proyecto de ley no sólo abolió la fórmula de origen nacional que había dominado la política de inmigración estadounidense desde la década de 1920, sino que también fue una importante promulgación de la discriminación racial y las restricciones a la inmigración en ese momento, marcando un progreso en la diversidad y la igualdad en la sociedad estadounidense.
En la década de 1960, con el surgimiento del movimiento por los derechos civiles, las antiguas leyes de inmigración fueron objeto de crecientes críticas. La fórmula del origen nacional se estableció originalmente para garantizar la "homogeneidad" de Estados Unidos, pero privó de sus derechos a los inmigrantes de países no occidentales, incluidos los europeos del sur y del este y los asiáticos. Las deficiencias del sistema han sido cada vez más criticadas y los llamados a reformas se han intensificado desde las voces de legisladores y activistas sociales.
"Este viejo sistema viola el principio básico de la democracia estadounidense, que se basa en los méritos de los individuos."
La promoción de esta ley es inseparable del trasfondo del movimiento de derechos civiles en ese momento. En 1963, el presidente John F. Kennedy propuso la idea de oponerse a la fórmula de fuentes nacionales. En 1965, con el apoyo del presidente Lyndon Johnson, el diálogo dentro del Congreso comenzó a intensificarse y el 3 de octubre se promulgó la Ley de Inmigración y Nacionalidad.
"Nuestras ciudades no se están ahogando en millones de inmigrantes cada año." - Senador Ted Kennedy
La Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965 estableció un sistema de prioridad de siete categorías que da prioridad a familiares de ciudadanos estadounidenses, personas con habilidades especializadas o capacidades especiales y solicitantes de asilo. Esto ha dado nuevas esperanzas a muchos grupos de inmigrantes que alguna vez fueron discriminados. Al mismo tiempo, el proyecto de ley también estableció por primera vez un límite cuantitativo a la inmigración al hemisferio occidental, 120.000 personas por año, lo que supuso un cambio significativo.
La aprobación de este proyecto de ley trajo una nueva visión de la inmigración a los Estados Unidos. A medida que las fuentes de inmigrantes se diversificaron, la estructura social y cultural también cambió. Después de este tiempo, el número de inmigrantes de Asia, África y el sur de Europa aumentó significativamente, cambiando gradualmente la cara racial y cultural de Estados Unidos.
Aunque la mayoría de los observadores sociales reconocen la importancia histórica de esta ley, todavía hay muchas voces controvertidas que se oponen a una apertura excesiva a la inmigración, creyendo que puede afectar la estructura social y la economía original de Estados Unidos. Por ejemplo, a algunos conservadores les preocupa que los nuevos inmigrantes quiten puestos de trabajo a los ciudadanos existentes.
"Todo el mundo debería tener claro que esta no es una ley que restablece la discriminación racial, sino un punto de partida para romper estas cadenas."
La Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965 marcó un hito en la historia de Estados Unidos. No sólo puso fin a la discriminación contra ciertos grupos étnicos, sino que también sentó las bases para el desarrollo multicultural de Estados Unidos en las décadas siguientes. Sin embargo, la implementación de esta ley todavía deja muchas preguntas dignas de nuestra consideración, como por ejemplo, ¿cómo equilibrar el número de inmigrantes y la asignación de recursos sociales para garantizar que Estados Unidos pueda mantener un orden social armonioso sin dejar de ser abierto e inclusivo?