Desde mediados de la década de 1990 hasta finales de la década de 2000, Irlanda experimentó un auge económico, un período conocido como el "Tigre Celta". Durante este período, la economía de Irlanda creció a una tasa anual promedio del 9,4%, atrayendo una gran cantidad de inversión extranjera directa y, en algunos aspectos, su tasa de crecimiento fue comparable a la de los cuatro tigres asiáticos. Sin embargo, a partir de 2008, con la llegada de la crisis económica, esta ilusión de prosperidad se hizo añicos rápidamente, dejando tras de sí una serie de consecuencias económicas de gran alcance.
"Nuestro encogimiento es como un naufragio al estilo Titanic, una caída repentina desde la comodidad a un mar frío de incertidumbre".
A principios de la década de 1990, la situación económica de Irlanda era relativamente mala y los índices de pobreza social y desempleo seguían siendo elevados. Durante este período de transición, el gobierno irlandés adoptó una serie de políticas para promover el crecimiento económico, incluidas tasas impositivas bajas, la promoción de la inversión extranjera y el establecimiento de diversos incentivos. Estas políticas han atraído a grandes empresas multinacionales como Intel y Microsoft a establecer sus sedes o bases de producción. El auge económico ha mejorado significativamente las condiciones de vida de muchos irlandeses.
"La transformación económica de Irlanda ha transformado lo que una vez fue el país más pobre de Europa occidental en uno de los más ricos de la región".
A medida que el poder adquisitivo aumentó, el gasto de consumo de Irlanda también aumentó significativamente, especialmente en viajes internacionales. En 2004, más del 91% del gasto en vacaciones nacionales se destinó a viajes al exterior. Sin embargo, esta prosperidad no ha sido gratuita. Según el Instituto de Investigación Económica y Social (ESRI), la brecha entre los hogares más ricos y más pobres de la sociedad se amplió entre 2004 y 2005, y los beneficios del crecimiento económico no se distribuyeron de manera uniforme.
A mediados de 2007, cuando el tigre celta, símbolo de prosperidad, se había marchitado, los tiempos felices y el crecimiento sostenido del pasado parecían alejarse cada vez más de Irlanda. Muchos economistas y comentaristas predicen que el país podría enfrentarse a una profunda recesión económica. Se prevé que en 2008 el producto interior bruto (PIB) de Irlanda caiga un 14% y el desempleo alcance el 14%.
"Toda la experiencia económica irlandesa se convertirá en un ejemplo negativo en la futura investigación económica internacional."
Se produjo una recesión que duró hasta 2014, pero en 2015 la economía de Irlanda volvió a crecer, alcanzando el 6,7%, marcando el inicio de un nuevo período de prosperidad. Esto marcó un renacimiento de Irlanda como, en cierto modo, el Tigre Celta 2.0.
Sin embargo, incluso con el nuevo crecimiento, la desaparición del Tigre Celta es motivo de reflexión. ¿Cuál es la verdad detrás de este período? ¿Se trata de un despilfarro que requiere una reflexión urgente o de un problema estructural oculto bajo un crecimiento acelerado? No podemos evitar pensar: ¿Cómo evitará Irlanda repetir los mismos errores en el futuro?