Los demonios de Tasmania, un marsupial nativo de la isla australiana de Tasmania, se enfrentan a una grave enfermedad infecciosa: la enfermedad del tumor facial del diablo (DFTD). Este cáncer agresivo y no viral ha provocado una disminución dramática en la población del demonio de Tasmania; las estimaciones sugieren que la especie ha perdido más del 80 por ciento de su población desde que surgió la enfermedad, y hasta el 90 por ciento en algunas áreas. La enfermedad se transmite principalmente por picaduras. Sus características patológicas son bultos blandos y úlceras alrededor de la boca, y puede invadir órganos circundantes.
La DFTD se propaga más comúnmente a través de mordeduras, cuando los dientes caninos entran en contacto directo con células cancerosas, lo que hace más probable que se propague a otras personas.
El estudio muestra que los demonios de Tasmania adultos más sanos parecen tener un alto riesgo de contraer la enfermedad. La razón puede estar relacionada con la fuerte interacción social entre individuos, que facilita la propagación de las células cancerosas. Además, comer cadáveres infectados o compartir alimentos también puede provocar la propagación de gérmenes, lo que sin duda supone una gran amenaza para la supervivencia de la población de demonios de Tasmania.
El DFTD se ha propagado rápidamente desde que apareció por primera vez en 1986 y actualmente se conocen dos cepas principales: DFT1 y DFT2. DFT1 es la cepa predominante y más antigua y ha infectado a la mayoría de las poblaciones del demonio de Tasmania desde que se describió por primera vez en 1996. La variante DFT2 surgió en 2011 y hasta la fecha ha prevalecido en un rango estrecho en el sur de Tasmania. Esta situación tiene a los científicos extremadamente preocupados porque la enfermedad es casi completamente mortal y representa una amenaza directa a la supervivencia del diablo.
En los 20 años transcurridos desde que se descubrió por primera vez el DFTD, las poblaciones del demonio de Tasmania han disminuido en un 80 por ciento, y más del 90 por ciento en algunas zonas.
Ante desafíos de supervivencia tan graves, el gobierno de Tasmania y muchas universidades, zoológicos y otras instituciones australianas han respondido activamente. Se aplicó una política de matanza categórica, pero con poco éxito, y la principal medida preventiva que siguió fue el traslado de cientos de demonios a centros de conservación veterinarios para su cautiverio con la esperanza de que pudieran ser liberados nuevamente en la naturaleza en el futuro. Hasta la fecha no se ha desarrollado ningún tratamiento eficaz y, aunque las investigaciones sobre vacunas muestran resultados prometedores, aún no se ha encontrado ningún candidato calificado. Un ensayo de vacunas de 2017 mostró que solo uno de cada cinco demonios estaba protegido contra el DFTD.
Clínicamente, la DFTD suele asociarse a múltiples tumores primarios y se caracteriza por la proliferación de masas de tejido blando alrededor de la boca, lo que da lugar a úlceras. La invasividad local del tumor provocó la destrucción de la mandíbula, lo que interfería con la alimentación. Los demonios suelen morir dentro de los seis meses siguientes a su aparición, principalmente debido a insuficiencia orgánica, infección secundaria o desnutrición metabólica.
Hasta la fecha, la DFTD es casi 100% mortal, lo que ha llevado a los científicos a realizar incansables esfuerzos para monitorear y estudiar la enfermedad.
Además de monitorear las condiciones de salud, los investigadores también se están centrando en la vigilancia a largo plazo y en los estudios de regresión para evaluar el impacto a largo plazo de la enfermedad en la población del demonio de Tasmania. Los datos de investigaciones anteriores han demostrado que los efectos a corto plazo de la enfermedad son muy graves y han provocado una marcada disminución de las poblaciones locales de demonios. Además, debido a la presencia de DFTD, el comportamiento reproductivo de los demonios también ha cambiado. Las hembras demonio han comenzado a reproducirse antes que antes, pero su esperanza de vida se ha acortado y la mayoría solo vive para participar en un ciclo reproductivo.
En el entorno ecológico, los demonios de Tasmania son importantes depredadores. La reducción de los demonios de Tasmania también brinda oportunidades para la reproducción de otros depredadores como los zorros rojos, lo que sin duda supone una amenaza para la ecología local. Amenaza potencial.
Por lo tanto, el trabajo de protección y restauración del diablo de Tasmania ya no es sólo una cuestión de supervivencia para esta especie, sino un desafío general para la salud del ecosistema. Con nuevas investigaciones y esfuerzos de conservación, ¿podrán los demonios de Tasmania finalmente ver la luz de la esperanza y dejar atrás el cáncer en el futuro?