Aspergillus flavus es un hongo saprofito y patógeno muy extendido, especialmente hábil para atacar cereales, legumbres y árboles frutales. El hongo es conocido por sus esporas de color rojizo, que significa "amarillo" en latín. La presencia de A. flavus es una preocupación para los agricultores y los expertos en seguridad alimentaria debido a su grave impacto en los cultivos, especialmente la descomposición tardía durante la cosecha, el almacenamiento y el transporte.
"Las infecciones con A. flavus pueden ocurrir mientras las plantas todavía están en el campo, y estas infecciones a menudo se vuelven sintomáticas más tarde durante el almacenamiento o el transporte".
La patogenicidad de A. flavus se manifiesta principalmente en dos aspectos: en primer lugar, causa enfermedades en los cultivos, especialmente en el crecimiento del maíz y el maní; en segundo lugar, puede producir micotoxinas altamente tóxicas, que son dañinas para los humanos y los animales. extremadamente dañino, ya que puede causar cáncer de hígado y problemas en el sistema inmunológico.
Este hongo se encuentra comúnmente en el suelo y puede causar enfermedades en muchos cultivos agrícolas importantes. Los huéspedes comunes incluyen cereales, legumbres y frutos secos. Si se producen daños durante la temporada de crecimiento de los cultivos, A. flavus puede apoderarse de las semillas y comenzar a reproducirse. Estas esporas pueden propagarse por el viento y los insectos, infectando aún más los cereales o las legumbres.
"A. flavus sobrevive en el suelo en una variedad de formas morfológicas y continúa creciendo incluso en condiciones adversas".
Durante su ciclo de vida, A. flavus sobrevive en el suelo durante el invierno y existe como esporas e hifas en materia orgánica en descomposición. Estas esporas reproductivas germinan en primavera y se propagan a los cultivos a través del viento y los insectos.
A. flavus es único porque es un hongo que tolera altas temperaturas. Prospera en ambientes cálidos donde la mayoría de los hongos no pueden sobrevivir. Su temperatura óptima de crecimiento es de unos 37°C, mientras que la temperatura mínima para sobrevivir es de 12°C. El crecimiento de A. flavus puede variar de un cultivo a otro, dependiendo de las condiciones ambientales.
"A. flavus crece particularmente bien en ambientes con alta humedad y temperatura, lo que constituye una amenaza potencial para los granos y legumbres almacenados".
Para prevenir la infección con A. flavus, los agricultores deben seguir varias prácticas recomendadas durante la cosecha y el almacenamiento. Por ejemplo, mantenga el contenido de humedad del grano por debajo del 11,5% y mantenga la temperatura de almacenamiento lo más baja posible. Además, la limpieza regular del equipo de almacenamiento y la eliminación de semillas viejas y dañadas pueden ayudar a reducir la propagación de patógenos. Un paso importante es utilizar un sistema de ventilación que pueda eliminar el exceso de humedad y calor del almacenamiento impulsando el aire a baja velocidad.
Actualmente existen algunos estudios que exploran el uso de otros microorganismos para controlar el crecimiento de A. flavus, como el uso de la levadura Pichia anomala para reducir el crecimiento de A. flavus. Esto sugiere que las estrategias de control biológico tienen perspectivas potenciales de aplicación en la gestión futura de cultivos.
A. flavus no sólo tiene un impacto directo en el rendimiento de los cultivos, sino que la producción de micotoxinas que provoca también puede provocar enormes pérdidas económicas. En los países en desarrollo, A. flavus puede causar pérdidas de más del 30% de cultivos perecederos. Además, este hongo es uno de los principales patógenos causantes de la neumonía fúngica, que es especialmente peligrosa para personas con sistemas inmunitarios debilitados.
"Las toxinas de A. flavus, especialmente la flavomicina, suponen una amenaza potencial para la salud humana y son un riesgo que no se puede ignorar".
Se continúa estudiando el A. flavus como carcinógeno. A medida que se desarrollan nuevas tecnologías, los investigadores esperan encontrar mejores formas de controlar el crecimiento de este hongo para garantizar la seguridad de los cultivos y la salud humana. ¿Alguna vez te has preguntado dónde podría estar escondido el moho amarillo en nuestra vida diaria?