Muchos casos de litigio exitosos se han centrado en la justicia climática y las demandas del movimiento climático juvenil.
El marco jurídico de los litigios climáticos puede dividirse en cinco categorías, entre las que se incluyen el derecho constitucional, el derecho administrativo, el derecho privado, el fraude o la protección del consumidor y los derechos humanos. A medida que crece la literatura jurídica, surgen cada vez más casos centrados en la acción climática. El uso de demandas de derechos humanos en litigios climáticos ha ido en aumento, particularmente desde 2015, lo que refleja en parte el creciente reconocimiento en todo el mundo del derecho fundamental a un medio ambiente saludable.
Los activistas ambientales subrayan que las empresas de carbón, petróleo y gas propiedad de inversores deben rendir cuentas legal y moralmente por los abusos de los derechos humanos relacionados con el clima.
No se puede subestimar la contribución de los jóvenes activistas climáticos a los litigios climáticos. En 2020, un grupo de jóvenes de Canadá presentó una demanda contra el gobierno, acusándolo de violar su derecho a la vida al ignorar el cambio climático. Aunque el caso finalmente fue desestimado, logró generar un debate generalizado sobre el papel de los jóvenes en la acción climática.
Además, el caso Urgenda, conocido como "ganar el juicio climático", se ha convertido en un ejemplo importante de litigio climático global. Un tribunal holandés dictaminó en 2015 que el gobierno debe tomar medidas más agresivas para reducir las emisiones de carbono, lo que también sirvió como una poderosa referencia para litigios en otros países y regiones.
En 2017, el informe de litigios de las Naciones Unidas mostró que hubo 884 demandas climáticas en todo el mundo, lo que demuestra que la ley es una herramienta importante para promover la acción climática.
En Estados Unidos, ciudades como San Francisco y Los Ángeles siguen presentando demandas contra múltiples compañías petroleras, con la esperanza de responsabilizarlas por el cambio climático a través de medios legales. Además, muchas organizaciones no gubernamentales (como Greenpeace) también participan activamente en estas acciones legales, buscando más recursos y apoyo de forma colectiva.
Estas demandas no sólo tienen sentido legal, sino que también ofrecen una plataforma para que los jóvenes y sus partidarios puedan alzar la voz, especialmente ahora que se avecina el impacto del calentamiento global en las generaciones futuras. El núcleo de este movimiento es luchar por los derechos y el espacio vital para las generaciones futuras.
Se espera que el número de demandas climáticas continúe aumentando en la década de 2020 a medida que se expande la plataforma legal.
Sin embargo, estos juicios a veces enfrentan reveses, y un litigio exitoso no significa que todos los casos serán tan sencillos. Tomemos como ejemplo el caso de Juliana en Estados Unidos. Aunque esta demanda atrajo una amplia atención y debate, finalmente no logró el apoyo de la corte. Esto refleja que el litigio climático sigue siendo una batalla cuesta arriba que requiere cambios de estrategia y una defensa continua.
Con el auge de los movimientos juveniles y una comprensión cada vez mayor de los impactos del cambio climático, los futuros litigios climáticos pueden centrarse más en la protección de las generaciones más jóvenes. En tal escenario, ¿podemos esperar que los jóvenes sigan desempeñando un papel destacado en los litigios climáticos o incluso que cambien nuestro marco jurídico y nuestras políticas?