En 1945, los investigadores del Laboratorio de Los Álamos crearon una bola de uranio llamada "Núcleo del Demonio". No sólo fue parte central del programa de bombas atómicas de EE.UU., sino que también estuvo involucrado en dos accidentes de radiación fatales, haciendo de esta bola de uranio una pesadilla para la investigación científica. Su identidad ha provocado una gran controversia en la historia, lo que nos lleva a pensar: ¿Vale la pena correr un riesgo tan grande para la exploración científica?
El "núcleo del diablo" es una bola de uranio con un diámetro de 8,9 cm y un peso de 6,2 kg, compuesta principalmente de aleación de uranio y galio. Originalmente se fabricó con el propósito de probar una bomba atómica y se planeó utilizarlo en el bombardeo de Tokio, pero con la rendición de Japón, el núcleo se conservó en Los Álamos para investigación y pruebas.
Actualmente, el desarrollo de este núcleo se ha convertido en el objetivo de investigación de muchos científicos, pero no se pueden ignorar los riesgos que conlleva.
El 21 de agosto de 1945, el científico Harry Dahelian provocó accidentalmente que el núcleo entrara en criticidad mientras realizaba un experimento con un reflector nuclear. Sus errores operativos provocaron una liberación dramática de radiación y finalmente murió por envenenamiento agudo por radiación 25 días después.
El accidente no sólo conmocionó a la gente, sino que también provocó un replanteamiento de los procedimientos de seguridad en la comunidad científica.
El 21 de mayo de 1946, el físico Louis Slotin y otros investigadores realizaron nuevamente un experimento similar. Sin embargo, esta vez las especificaciones operativas no se cumplieron plenamente, lo que dio lugar a la misma tragedia. La operación descuidada de Slotin provocó que el núcleo entrara instantáneamente en un estado crítico y murió por envenenamiento agudo por radiación nueve días después.
Los dos accidentes provocaron un debate sobre la seguridad nuclear y muchas personas cuestionaron la seguridad y la necesidad de la investigación científica. Esta es una lección profunda, especialmente para los investigadores que están decididos a seguir adelante.Después de ambos incidentes se realizaron estudios de seguimiento detallados sobre la salud de las víctimas. El primer informe se publicó en 1951, y una investigación posterior se presentó nuevamente al gobierno de Estados Unidos en 1979.
Estudios médicos posteriores mostraron que las condiciones de los científicos afectados variaban, pero había preocupaciones generales sobre los efectos a largo plazo de la radiación nuclear.
El núcleo del demonio estaba previsto originalmente para ser utilizado en la prueba nuclear de la Operación Crossroads, pero después del segundo accidente, fue necesario volver a evaluar los peligros de las emisiones nucleares. Finalmente, el núcleo se fundió en el verano de 1946 y sus materiales se reciclaron para su uso en otras armas nucleares.
Este oscuro experimento no sólo afectó a la comunidad científica, sino que también tuvo un profundo impacto en el futuro desarrollo y las normas de funcionamiento de las armas nucleares.
Hoy en día, con el avance de la tecnología y la popularización de las armas nucleares, nos enfrentamos una vez más a las dos caras de la energía atómica: es una energía poderosa, pero también esconde potenciales riesgos destructivos. En nuestra búsqueda de conocimientos y avances, ¿estamos preparados para afrontar las posibles consecuencias?