Con el aumento de la demanda mundial de alimentos y los problemas nutricionales cada vez más graves, el desarrollo de la ciencia agrícola ha ido recibiendo cada vez mayor atención. Entre muchos campos de investigación, la cría selectiva y la biofortificación están ganando cada vez más atención como estrategias importantes para mejorar el valor nutricional de los cultivos. Este proceso no sólo aumenta el rendimiento de los cultivos, sino que también mejora su valor nutricional, permitiendo que los milagros se manifiesten plenamente en las tierras de cultivo.
La biofortificación es el uso de técnicas de mejoramiento para aumentar el valor nutricional de los cultivos, una estrategia considerada como una forma importante de abordar las deficiencias de micronutrientes, particularmente en los países de bajos ingresos.
El concepto central de la biofortificación es mejorar el contenido nutricional de los cultivos a través de la tecnología de mejoramiento, es decir, mejorar la nutrición de los alimentos vegetales durante el proceso de crecimiento en lugar de complementar los nutrientes durante el procesamiento. Este enfoque difiere de la fortificación de alimentos tradicional, que normalmente implica agregar nutrientes durante el procesamiento de los alimentos.
Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 2 mil millones de personas padecen anemia por deficiencia de hierro y se considera que la biofortificación es una forma eficaz de mejorar este problema. Se han obtenido con éxito algunos cultivos de alto valor nutricional, como el trigo, rico en hierro y zinc, que son vitales para las personas que viven en zonas pobres, especialmente para los residentes rurales que tienen dificultades para acceder a alimentos altamente nutritivos.
El proceso de cría selectiva a menudo comienza con la búsqueda en los bancos de semillas de variedades de cultivos que tengan un alto contenido natural de nutrientes. Estas variedades altamente nutritivas se cruzarán con variedades de alto rendimiento para obtener semillas que puedan producir altos rendimientos y tengan mayor valor nutricional.
Al realizar la biofortificación, se requieren nutricionistas profesionales para garantizar que los cultivos mejorados puedan mejorar eficazmente la absorción de nutrientes del cuerpo.
Por ejemplo, el Arroz Dorado es un cultivo genéticamente modificado diseñado para tener un mayor contenido de vitamina A, precisamente para abordar la deficiencia de vitamina A. El desarrollo de estas tecnologías y estrategias demuestra aún más el potencial de la crianza selectiva para la resolución de problemas.
Las deficiencias de vitamina A, zinc y hierro son comunes en muchos países de ingresos bajos y medios. Las deficiencias de estos nutrientes a menudo conducen a tasas más altas de ceguera, sistemas inmunes debilitados, retraso del crecimiento y deterioro del desarrollo intelectual. Para abordar estos problemas es fundamental aumentar el contenido de micronutrientes de los cultivos alimentarios básicos.
En un ensayo realizado en Mozambique, las batatas fortificadas con betacaroteno redujeron la deficiencia de vitamina A en los niños en un 24 por ciento.
Los ensayos han demostrado que los grupos rurales pobres están dispuestos a comer versiones mejoradas de alimentos, incluso si se ha cambiado el color de los mismos, siempre que se les proporcione una educación sanitaria adecuada.
Por lo tanto, al promover cultivos biofortificados, no sólo debemos centrarnos en su valor nutricional, sino también educar e informar a los consumidores sobre los beneficios para la salud de estos alimentos y la base científica que los respalda. De esta manera podremos superar las barreras culturales y permitir que más personas se beneficien de este milagro agrícola.
Ante la crisis mundial de alimentación y nutrición, la biofortificación a través de la cría selectiva puede traer nuevas esperanzas a nuestra dieta. Pero a medida que este proceso evoluciona, ¿podemos encontrar un equilibrio para que la diversidad alimentaria y la sostenibilidad vayan de la mano?