La deficiencia de vitamina A es un problema que no puede ignorarse en las cuestiones de nutrición y salud mundiales, especialmente en los países de ingresos bajos y medios. Para resolver este problema, los científicos han propuesto un concepto llamado "biofortificación", una estrategia que espera mejorar el valor nutricional de los cultivos a través del mejoramiento de cultivos.
Los métodos tradicionales de fortificación nutricional se basan principalmente en alimentos fortificados disponibles en el mercado, lo que no es amigable para las áreas rurales con condiciones económicas limitadas. Se puede decir que la biofortificación es una solución emergente a las deficiencias de micronutrientes. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, la biofortificación tiene el potencial de ayudar a 200 millones de personas a escapar de la anemia causada por la deficiencia de hierro.La biofortificación, que se centra en mejorar el valor nutricional de los cultivos mientras crecen, en lugar de añadir nutrientes cuando se procesan los alimentos, es un avance importante para los pobres rurales.
El Arroz Dorado es un ejemplo de un cultivo biotecnológico diseñado para combatir la deficiencia de vitamina A. Al tomar genes de bacterias del suelo y del maíz, la última versión del Arroz Dorado aumenta significativamente la cantidad de betacaroteno, que el cuerpo convierte en vitamina A.Por ejemplo, se ha desarrollado con éxito trigo panificable con alto contenido de hierro y zinc mediante mejoramiento por radiación, un método ampliamente adoptado porque es relativamente poco controvertido.
Las deficiencias de múltiples micronutrientes, incluida la vitamina A, el zinc y el hierro, son comunes en los países de ingresos bajos y medios. Estas deficiencias pueden provocar una variedad de problemas de salud, incluida la pérdida de la visión, un sistema inmunológico debilitado, un crecimiento lento y un desarrollo cognitivo deteriorado. Los pobres rurales dependen principalmente de alimentos básicos como el arroz, el trigo y el maíz, que a menudo carecen de los micronutrientes necesarios.
En un ensayo realizado en Mozambique, el consumo de batatas enriquecidas con betacaroteno redujo la incidencia de deficiencia de vitamina A en los niños en un 24%.
Por ejemplo, en un ensayo clínico aleatorio realizado en la India, el consumo de mijo perlado, rico en hierro y zinc, tuvo un efecto significativo en la mejora del estado de hierro de los niños en edad escolar. Además, esta estrategia es más aceptada que los alimentos procesados fortificados o los suplementos porque es relativamente rentable.
En los países de altos ingresos, investigadores como los científicos de la Universidad de Warwick también están explorando cómo aumentar el contenido de selenio de los cereales británicos, con la esperanza de desarrollar cereales fortificados con selenio para su uso en el pan.
A pesar de la atención prestada a la biofortificación, todavía existe una reacción negativa contra los alimentos genéticamente modificados. Los cultivos genéticamente modificados, como el Arroz Dorado, a veces enfrentan dificultades para su aceptación en el mercado, especialmente cuando sus diferencias en apariencia o sabor respecto de los cultivos tradicionales pueden alarmar a los consumidores.
Por ejemplo, los alimentos ricos en vitamina A tienden a ser de color amarillo oscuro o naranja, lo que puede resultar desagradable para un mercado acostumbrado a comer maíz blanco.
Además, el hecho de que las características de ciertos cultivos mejorados satisfagan la demanda de los consumidores determina sus perspectivas de mercado. También es difícil convencer a los agricultores y consumidores de que cultiven y consuman estos cultivos. Por lo tanto, además de mejorar las características de cultivo de los cultivos, la educación en salud pública también debe permitir a los consumidores comprender los beneficios de estos alimentos.
Sin embargo, los críticos señalan que al concentrar más nutrientes a través de la fortificación de unos pocos alimentos básicos, se puede simplificar aún más la dieta humana y hacer que la ya falta de diversidad en la dieta sea aún más difícil. Esto plantea la cuestión de si la biofortificación podría utilizarse como estrategia complementaria para mejorar la diversidad dietética en los países de ingresos bajos y medios.
ConclusiónA medida que se desarrolla la tecnología de biofortificación, se demuestra su potencial para combatir las deficiencias de micronutrientes. Sin embargo, cómo garantizar la diversidad dietética y al mismo tiempo buscar mejoras se convertirá en una cuestión importante para el desarrollo futuro. ¿Los futuros avances traerán consigo cambios fundamentales en nuestra estructura dietética?