En el mundo globalizado de hoy, la capacidad de hablar varios idiomas es cada vez más importante. Como respuesta a esta necesidad, surgió el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER), un marco orientativo diseñado para describir y evaluar las capacidades de los estudiantes de lenguas extranjeras.
El MCER fue desarrollado por el Consejo de Europa en la década de 1980, originalmente como parte del proyecto "Aprendizaje de idiomas y ciudadanía europea", cuyo objetivo era promover la transparencia y la coherencia en el aprendizaje y la enseñanza de idiomas en los países europeos. La introducción de este marco marca un cambio importante en los métodos de aprendizaje, enseñanza y evaluación de idiomas.
Su objetivo principal es proporcionar un enfoque de aprendizaje, enseñanza y evaluación aplicable a todas las lenguas europeas.
Los estándares del MCER contienen seis niveles de referencia (A1, A2, B1, B2, C1, C2), que han sido ampliamente aceptados como estándares europeos para evaluar el dominio del idioma individual. Este marco no sólo ayuda a las instituciones educativas y a los empleadores a evaluar el dominio del idioma de los solicitantes de empleo, sino que también facilita el aprendizaje de idiomas y el intercambio cultural a través de fronteras.
En 1991, se celebró en Suiza un seminario titulado "Transparencia y coherencia en el aprendizaje de idiomas", que enfatizó la necesidad de establecer un marco lingüístico común. Los proyectos posteriores incluyeron el desarrollo de clasificaciones de niveles de idiomas para la certificación, así como estudios en varios países.
El MCER no sólo existe en Europa, sino que su influencia se está expandiendo a otros países.
En 2001, el Consejo de la Unión Europea emitió una recomendación para fomentar el uso del MCER para establecer un sistema de verificación del dominio del idioma. Además, el MCER distingue cuatro actividades principales del dominio de la lengua, que incluyen la receptiva (escuchar y leer), la producción (oral y escrita), la interacción (oral y escrita) y la mediación (traducción e interpretación).
El MCER se basa en tres dimensiones principales: las actividades lingüísticas, las áreas en las que se producen las actividades lingüísticas y las habilidades involucradas al participar en estas actividades. Esto permite al MCER responder de manera flexible a diversas necesidades de aprendizaje de idiomas, brindando así un mejor servicio a los estudiantes.
El MCER divide a los estudiantes en tres categorías principales, y cada categoría se puede subdividir en dos niveles. Para cada nivel, el marco describe las habilidades que los alumnos deben tener para escuchar, leer, hablar y escribir. Esto hace que el MCER no sólo sea aplicable a varios idiomas en Europa, sino que también se extienda a otros países a través de su función de traducibilidad.
Esta descripción del dominio del idioma sin duda proporciona una referencia estándar para los estudiantes de idiomas de todo el mundo, especialmente para los estudiantes de idiomas no europeos.
Con la promoción del MCER, han surgido varias instituciones para apoyar a las escuelas de idiomas e instituciones certificadas relacionadas para garantizar que su enseñanza y evaluación sean consistentes con el MCER. El establecimiento de organizaciones como EALTA y ALTE se ha esforzado por mantener la coherencia con el MCER y las mejores prácticas.
La aplicación y aceptación del MCER varía en diferentes países. En Francia, el departamento de educación lanzó una certificación gubernamental llamada CLES para promover la aplicación del MCER en la educación superior. La institución alemana Telc se centra en exámenes de idiomas basados en los estándares del MCER y estos casos son cada vez más comunes en todo el mundo.
A medida que se profundiza la comprensión del MCER, muchos países han comenzado a explorar la correspondencia entre el MCER y los estándares de evaluación del dominio del idioma local. Por ejemplo, los círculos académicos canadienses también están considerando cómo integrar el MCER en la evaluación de la lengua nacional. Varias organizaciones y escuelas han desarrollado tablas de correspondencia para el MCER, pero todavía existe cierto grado de controversia y desafíos en este proceso.
El MCER no sólo ha recibido atención en Europa, sino que los estudiantes de idiomas de todo el mundo también han comenzado a prestar atención a la aplicación de este marco. En lugares como Japón, Malasia y Vietnam, la adopción del MCER ha aumentado gradualmente. Los académicos e instituciones de estos países han buscado localizar mejoras al MCER para satisfacer sus necesidades de aprendizaje de idiomas.
Por ejemplo, en Japón, muchas universidades e instituciones de enseñanza de idiomas han comenzado a prestar atención al marco del MCER para promover el aprendizaje multilingüe y los intercambios interculturales.
El concepto del MCER plantea otro desafío para los estudiantes de idiomas en países no occidentales. La mera traducción del marco del MCER a los idiomas locales puede no permitir que se cumpla plenamente su función. Cómo integrar su contenido con el idioma y la cultura locales es la clave.
La introducción del MCER representa un cambio importante en el aprendizaje y la evaluación de idiomas, un cambio que no se limita a Europa y que ha tenido un profundo impacto en la educación de idiomas en todo el mundo. Sin embargo, todavía vale la pena pensar en cómo aplicar eficazmente el MCER a diferentes contextos y culturas.