La fiebre del dengue, también conocida como fiebre que rompe huesos, es una enfermedad causada por el virus del dengue (DENV). Este virus pertenece a un género de la familia Flaviviridae y se transmite principalmente a los humanos a través de mosquitos. A medida que se aceleran el cambio climático global y la urbanización, la incidencia del dengue ha aumentado dramáticamente en las últimas dos décadas, y se estima que aproximadamente 390 millones de personas en todo el mundo se infectan cada año. Esto no sólo convierte al virus del dengue en uno de los patógenos humanos más graves en los trópicos, sino que también llevó a los científicos a realizar investigaciones en profundidad sobre su origen y evolución.
Según investigaciones, el virus del dengue tiene cuatro serotipos, de los cuales el tercer serotipo y el quinto serotipo en estudio también muestran la diversidad de sus procesos de evolución genética. Especialmente entre 1907 y 1949, la historia de contacto entre el virus del dengue y los humanos provocó la mutación y adaptación de sus genes. Este período coincidió con la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y la migración de poblaciones móviles y los cambios ambientales brindaron oportunidades para la evolución del virus.
Según las estadísticas, el ancestro común del virus del dengue nació hace unos 340 años y se especula que puede estar relacionado con la propagación y la epidemia en las sociedades antiguas.
La propagación temprana del virus del dengue se basó principalmente en ciclos ecológicos entre mosquitos y simios no humanos, pero con el tiempo, el virus se ha desplazado por completo a los humanos como su principal huésped. Una vez que un mosquito pica a un ser humano que porta el virus del dengue, comienza a multiplicarse en el cuerpo y a encontrar nuevos huéspedes para la transmisión. Durante el proceso de infección, el virus del dengue se une al receptor de la célula huésped, lo que permite que el virus ingrese a la célula huésped y comience a replicarse.
Una célula infectada puede liberar entre 1.000 y 10.000 nuevas partículas virales, lo que hace que la propagación del virus sea aún más amenazante.
El genoma del virus del dengue consta de aproximadamente 11.000 bases, que codifican tres proteínas estructurales y siete proteínas no estructurales. Estas estructuras son fundamentales para la replicación y propagación del virus. Entre ellas, la proteína E desempeña un papel importante en la unión inicial del virus a la célula huésped, mientras que una variedad de proteínas no estructurales participan en la regulación del mecanismo de replicación del virus.
Los síntomas principales del dengue incluyen fiebre alta, dolor de cabeza intenso, dolor articular y muscular, etc. El dengue grave, como el dengue hemorrágico y el síndrome de shock del dengue, pueden tener consecuencias fatales. Estos síntomas se deben principalmente al impacto del virus del dengue en el sistema inmunológico del huésped. Estudios recientes sugieren que las reacciones inmunitarias cruzadas pueden contribuir a un aumento de casos graves, especialmente en personas que han sido infectadas con múltiples serotipos.
La investigación señala que múltiples proteínas no estructurales del virus del dengue pueden inhibir la respuesta inmune innata del huésped, lo que hace que el virus sea más latente e infeccioso.
La investigación y el desarrollo de vacunas contra el dengue han logrado algunos avances, y las vacunas existentes incluyen Deqiba y la recientemente aprobada Qdenga. Sin embargo, el uso de vacunas aún enfrenta muchos desafíos, como cómo garantizar una protección efectiva de las poblaciones susceptibles en áreas con alto riesgo de transmisión, especialmente aquellos individuos que no han sido infectados con el virus del dengue.
El lugar donde se originó el virus del dengue es crucial para el futuro de la salud pública mundial. ¿Los investigadores todavía están explorando el pasado de este virus ancestro para desarrollar más estrategias científicas para prevenir futuras epidemias?