La arteritis de células gigantes (ACG), también conocida como arteritis temporal, es una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta los vasos sanguíneos grandes. La afección generalmente se desarrolla en personas mayores de 50 años, afecta a aproximadamente una de cada 15.000 personas cada año y es más común en personas mayores de 70 años. La tasa de incidencia es generalmente más alta en mujeres que en hombres, y las personas de ascendencia del norte de Europa son particularmente susceptibles a la enfermedad. La arteritis de células gigantes afecta no sólo la arteria temporal sino que también puede afectar otras arterias grandes, incluida la aorta, lo que puede provocar complicaciones graves como ceguera o aneurismas aórticos.
“Su causa es desconocida, pero depende de la inflamación que afecta a los pequeños vasos sanguíneos que irrigan las paredes de las grandes arterias”.
Los síntomas comunes de la arteritis de células gigantes incluyen dolor de cabeza, dolor temporal, dolor en la mandíbula o la lengua al masticar, disminución de la visión y visión doble. Las complicaciones más peligrosas incluyen ceguera debido al bloqueo de la arteria oftálmica y el riesgo de desgarro o aneurisma aórtico. El diagnóstico temprano es crucial para prevenir la pérdida irreversible de la visión y, por lo tanto, la afección se considera una emergencia médica.
"En el 76% de los casos en que el ojo está afectado, la arteria oftálmica está implicada en la neuropatía óptica isquémica anterior necrosante".
El mecanismo patológico de la arteritis de células gigantes aún no está claro. La inflamación activa gradualmente las células dendríticas en los vasos sanguíneos pequeños, que luego reclutan células T y macrófagos para formar la infiltración del granuloma. Estos infiltrados erosionan la capa media y el revestimiento de las arterias, dando lugar a aneurismas y desgarros. Las células Th17 entre las células T y las interleucinas (IL) que secretan desempeñan un papel clave en la progresión de la enfermedad, y esta vía puede inhibirse mediante el tratamiento con esteroides.
"El tratamiento con esteroides suele iniciarse tan pronto como se sospecha el diagnóstico para prevenir una posible pérdida de visión".
El estándar de oro para confirmar la arteritis de células gigantes es una biopsia de la arteria temporal, en la que se extrae una pequeña porción del vaso bajo anestesia local y se examina microscópicamente para detectar infiltración de células gigantes. Aunque un resultado negativo de la biopsia no excluye necesariamente el diagnóstico, el patrón de afectación vascular es irregular. Un examen físico y pruebas de laboratorio, incluida la velocidad de sedimentación linfocitaria y la proteína C reactiva, también son partes importantes del proceso de diagnóstico.
Opciones de tratamientoEl tratamiento actual para la arteritis de células gigantes se basa en esteroides en dosis altas, principalmente para prevenir el bloqueo de la arteria oftálmica, que puede provocar ceguera permanente. La dosis de esteroides generalmente se reduce gradualmente a lo largo de 12 a 18 meses. Además de los esteroides, otros tratamientos posibles incluyen la terapia antiinterleucina como el tocilizumab, que es eficaz para reducir la tasa de recurrencia de la enfermedad.
EpidemiologíaLas características epidemiológicas de la arteritis de células gigantes muestran que la enfermedad afecta principalmente a personas mayores de 50 años, especialmente a aquellas mayores de 70 años. La tasa de incidencia en mujeres es aproximadamente el doble que en hombres, y los estudios han demostrado que aproximadamente una quinta parte de los pacientes con polimialgia también pueden sufrir arteritis de células gigantes.
Impacto en la vidaLa arteritis de células gigantes no sólo afecta la vida diaria de los pacientes debido a sus síntomas, sino que los efectos secundarios durante el tratamiento también pueden provocar una disminución en la calidad de vida. Después del tratamiento, los pacientes a menudo informan que la pérdida de visión, el dolor intenso y la sensación de cansancio son indicadores importantes de la calidad de vida.
Aunque nuestra comprensión de la arteritis de células gigantes ha mejorado, sus causas subyacentes siguen siendo un misterio de preocupación médica. Ante esta enfermedad de gran alcance, ¿cómo se desarrollarán los tratamientos futuros para evitar que más pacientes caigan en el desastre de la inflamación?