El movimiento por la justicia ambiental es un movimiento social que aborda los daños experimentados por las comunidades desfavorecidas o marginadas como resultado de los desechos peligrosos, la extracción de recursos y otros usos de la tierra. Sin embargo, nunca recibieron los beneficios correspondientes. El movimiento comenzó en los Estados Unidos en la década de 1980 y estuvo profundamente influenciado por el movimiento estadounidense de derechos civiles, centrándose en el racismo ambiental interno. Con el desarrollo del movimiento, la gente también ha comenzado a prestar atención a cuestiones como las cuestiones de género y la injusticia ambiental internacional, y continúa expandiendo sus objetivos a nivel global.
El movimiento por la justicia ambiental se ha convertido en parte de la globalización y algunos de sus objetivos están ahora en la agenda de las Naciones Unidas.
El objetivo principal del movimiento por la justicia ambiental es dar a las comunidades marginadas una voz en las decisiones sobre el medio ambiente en el que viven. Los residentes de estas comunidades a menudo enfrentan la resistencia de las corporaciones multinacionales que operan en la extracción de recursos u otras industrias, y a menudo se convierten en víctimas de la extracción de recursos. Y a medida que el movimiento se globaliza, la carga ambiental de muchas comunidades se ha desplazado gradualmente hacia el Sur global, a veces a través del saqueo de recursos o del comercio global de desechos.
La justicia ambiental, tal como la define la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU., es la participación justa y significativa de todas las personas, independientemente de su raza, color, origen nacional o ingresos, en el desarrollo, cumplimiento e implementación de leyes y normas ambientales. y políticas. También significa que ningún grupo debería soportar una parte desproporcionada de la carga ambiental, especialmente en las operaciones industriales, urbanas y comerciales.
La justicia ambiental no es sólo justicia distributiva, también se trata de justicia procesal y reconocimiento de los grupos marginados.
Además, la injusticia ambiental también está estrechamente relacionada con el racismo ambiental o la desigualdad ambiental. Dentro del movimiento por la justicia ambiental, el impacto de factores derivados sociológicamente (como la raza y el estatus socioeconómico) en la toma de decisiones ambientales a menudo se ha convertido en un foco de investigación. En este movimiento, el concepto aborigen de justicia ambiental está relativamente divorciado de la influencia del sistema legal, enfatizando la importancia de la cultura y las creencias religiosas en la toma de decisiones ambientales.
A medida que el movimiento por la justicia ambiental se expande, cada vez más investigaciones señalan la "violencia crónica" que sufren las comunidades desfavorecidas: una violencia en cámara lenta que va desde el cambio climático, la propagación de sustancias tóxicas, la deforestación y la guerra. Esta forma de violencia suele ser difícil de detectar, pero causa daños a largo plazo a las personas que viven en circunstancias vulnerables.
La presencia de violencia crónica aumenta la fragilidad de los ecosistemas y exacerba los conflictos sociales entre los grupos vulnerables.
Además, estos académicos también han desarrollado el concepto de "pobreza ambiental", que enfatiza la necesaria participación de las comunidades marginadas del Sur global en los conflictos ambientales. No sólo abordar los problemas ambientales actuales, sino también considerar las desigualdades sociales y económicas heredadas del pasado
A medida que el movimiento se profundizó, surgió la Justicia Ambiental Crítica (CEJ). Esta idea enfatiza la necesidad de que los investigadores cuestionen los supuestos y amplíen el alcance de la justicia ambiental, desafiando así las desigualdades sociales arraigadas y las estructuras de poder gubernamental.
La justicia ambiental crítica valora perspectivas diversas e interseccionales, lo cual es clave para comprender la injusticia ambiental.
Este concepto está llevando a académicos y activistas a pensar en cómo promover una transformación social que no dependa únicamente de las estructuras políticas existentes. El académico David Pellow enfatiza que la gente necesita buscar prácticas democráticas que vayan más allá del poder estatal para promover la justicia social y la sostenibilidad ambiental.
El futuro del movimiento por la justicia ambiental radica en darle a las comunidades desfavorecidas una voz e influencia reales para cambiar fundamentalmente la actual carga ambiental desigual. ¿Cómo pueden estas comunidades participar efectivamente en la toma de decisiones cuando se enfrentan a problemas ambientales globales?