En 2011, un patógeno intestinal especial, la Escherichia coli de las vellosidades entéricas (EAEC), provocó una epidemia poco común en la historia de Alemania. El brote infectó a más de 5.000 personas y mató al menos a 50. Sorprendentemente, la causa principal del brote fue en realidad la influencia de una cepa variante, uno de cuyos patógenos es la EAEC O104:H4. Este incidente no sólo revela el impacto de la EAEC en la salud pública, sino que también nos hace reexaminar los riesgos para la salud asociados a esta bacteria y sus posibles métodos de transmisión.
"Los mecanismos de patogenicidad de EAEC son diversos y complejos, y sus patrones de expresión de genes de virulencia son más diversos que los de otras E. coli patógenas, como STEC o EIEC".
Según las investigaciones, la EAEC puede producir una variedad de toxinas, como ShET1 y EAST1, que pueden dañar las células intestinales del huésped y desencadenar una respuesta inflamatoria, causando diarrea aguda y crónica. Las infecciones causadas por estas cepas pueden provocar complicaciones más graves, especialmente en pacientes con sistemas inmunes debilitados (como aquellos con VIH o niños).
En la primavera de 2011, el brote de EAEC en Alemania atrajo una amplia atención. Los datos iniciales indicaban que su propagación estaba relacionada con un lote de ostras, pero investigaciones posteriores descubrieron que las cepas enfermas se originaron principalmente a partir de semillas de pimiento que brotaban. Este descubrimiento generó inquietud sobre la seguridad alimentaria y los mecanismos de inspección.
"La velocidad y la gravedad de la propagación de la variante EAEC en este brote ha llevado a las autoridades de salud pública a aumentar la vigilancia de las inspecciones de seguridad alimentaria y saneamiento".
La epidemia no sólo afectó a Alemania, sino que también desencadenó un debate mundial sobre las fuentes de alimentación y la seguridad alimentaria. Expertos de todo el mundo han advertido sobre cómo evitar que se repitan incidentes similares.
El método tradicional para diagnosticar la infección por EAEC es identificar el patógeno mediante cultivo de heces, un proceso que suele tardar días o incluso semanas. Sin embargo, con el avance de la ciencia y la tecnología, las nuevas tecnologías de diagnóstico molecular, como las plataformas de microarrays, pueden detectar rápidamente la EAEC y sus características de resistencia a los medicamentos en cuestión de horas, lo que es crucial para el control de epidemias y el tratamiento temprano.
"En el caso de infecciones leves por EAEC, generalmente no se recomiendan antibióticos, pero en casos moderados a graves, se puede considerar el tratamiento con antibióticos".
Si bien la mayoría de las personas se recuperan con descanso e hidratación adecuada, algunos casos graves, como la deshidratación o la insuficiencia renal, pueden requerir una intervención más agresiva.
El brote alemán de 2011 no sólo provocó un gran número de infecciones, sino que también puso de relieve la vulnerabilidad del sistema de salud pública mundial frente a posibles patógenos. A medida que los países fortalecen sus regulaciones de seguridad alimentaria, ¿podemos prevenir eficazmente que vuelvan a ocurrir brotes similares?"Los científicos responsables de realizar investigaciones relacionadas con E. coli han advertido que posibles epidemias futuras nos obligarán a repensar cómo gestionar la seguridad alimentaria".