En la investigación actual de las ciencias sociales, el término "necropolítica" se ha convertido gradualmente en un marco importante para hablar sobre la sociedad y las estructuras de poder. Su idea central es cómo determinar si ciertas personas pueden sobrevivir a través de fuerzas sociales y políticas. . Achille Mbembe ha explorado el concepto de "mundo muerto" en muchas de sus obras y ha realizado un análisis en profundidad de las condiciones de vida de grupos especiales, revelando la verdad sobre la sociedad de los muertos vivientes escondida en la sociedad contemporánea.
La necropolítica es una herramienta de control social que obliga a ciertos grupos de personas a aceptar la marginación de la existencia y eventualmente convertirse en "muertos vivientes".
La teoría de la tanatopolítica de Mbembe postula que esta estructura social centrada en la muerte está impulsada por el racismo. En esta teoría, las vidas de las poblaciones racializadas a menudo son sistemáticamente devaluadas y acostumbradas a un estado de pérdida. Esto está estrechamente relacionado con la teoría del "biopoder" de Foucault, que enfatiza cómo las fuerzas sociales y políticas controlan los estilos de vida individuales. Sin embargo, Mbembe subraya que la actual muerte patrocinada por el Estado no puede explicarse únicamente a través del marco de la biopolítica, que en muchos casos traza líneas claras entre resistencia y suicidio, sacrificio y redención, martirio y libertad.
La teoría de Mbembe nos permite analizar grupos que viven al borde de la "muerte social y política". Por ejemplo, en el sistema penitenciario, quienes carecen de condiciones de vida básicas suelen verse privados de sus derechos básicos a sobrevivir. Mbembe explora casos tan diversos como la esclavitud, el apartheid y el conflicto palestino-israelí, revelando cómo diferentes formas de tanatopolítica reducen determinados cuerpos a un frágil estado de vida.
La política moderna sobre la muerte no sólo apunta a la necesidad de morir, sino también a un mecanismo de violencia. Estos mecanismos han ido entrando gradualmente en la vida diaria de las personas.
En la tanatopolítica de Mbembe, el concepto de "muertos vivientes" trasciende la tradicional oposición binaria entre vida y muerte. En este marco, muchas personas que viven en desastres y angustias son vistas como seres que ya no tienen autonomía. Si analizamos específicamente la experiencia de los refugiados palestinos, encontramos que debido a un liderazgo deficiente, a los deficientes servicios en los campos y a la falta de apoyo internacional, muchos viven sus vidas en circunstancias desesperadas. Esto es lo que Mbembe describe como una "necropolítica" directa. manifestación.
Además, algunos estudiosos han ampliado las ideas de Mbembe en diversos grados. Jasbir Puar acuñó el concepto de "Necropolítica Queer" para analizar cómo la comunidad queer enfrenta la exclusión social y los ataques en la era posterior al 11 de septiembre. Señaló que existe una alienación social dentro de la comunidad queer hacia los afroamericanos y las personas queer de color, y este entorno margina aún más la existencia de estos grupos.
La política de la muerte queer revela la intersección de la raza y la identidad de género en la sociedad contemporánea, señalando quién puede ser llorado públicamente y quién no puede ser recordado en entornos sociales temporales.
En un contexto político específico, la política de muerte de Mbembe no es sólo un reflejo de la clase social, sino que también involucra cuestiones culturales. Especialmente en el contexto actual de globalización, muchos problemas estructurales sociales profundamente arraigados están surgiendo cada vez más. Académicos como Khaled Al-Kassimi analizan las tensiones sobre cómo el Occidente moderno necesita el "poder de la muerte" para mantener su estructura social, revelando las razones filosóficas y teológicas más profundas detrás de esto. Esta no es sólo una cuestión racial, sino que también implica una división en el sistema de conocimiento y el sistema espiritual dominados por Occidente.
La política de la muerte sin duda ha formado una estructura de poder oculta en la sociedad actual, que domina las condiciones de vida de muchos grupos y sacude los cimientos morales de la sociedad. Entonces, al enfrentar estas preguntas, ¿estamos prestando suficiente atención a las voces e historias que se ven obligadas a quedar sumergidas en una sociedad de muertos vivientes?