Agaricus bisporus, comúnmente conocido como hongo cultivado, es un fruto mimético originario de las praderas de Eurasia y América del Norte. Hoy en día, este hongo se cultiva en más de 70 países de todo el mundo y es uno de los hongos más comunes y consumidos en todo el mundo. Ya sea en su estado blanco o marrón, este hongo recibe muchos nombres, incluidos el hongo perla, el hongo oporto y el hongo París, y la historia detrás de él es sorprendente.
Los hongos vienen en una variedad de colores y nombres, lo que demuestra la maravilla y la diversidad de la naturaleza.
Antes de 1946, la historia del cultivo de hongos no era fácil. Los primeros cultivadores de hongos esperaban pacientemente una buena cosecha para observar mejor el estado de crecimiento y propagar estos deliciosos ingredientes trasplantando micelio. El botánico francés Sauvet Joseph documentó por primera vez avistamientos de cultivos comerciales de Agaricus bisporus en 1707. En aquella época, el proceso de cultivo de hongos solía ir acompañado de infecciones patógenas, lo que provocaba cosechas inestables, y muchos agricultores incluso se arriesgaban a replantarlos porque adivinaban sobre su crecimiento.
El descubrimiento de los medios de cultivo esterilizantes en 1893 por el Instituto Pasteur de París cambió por completo la industria. Esta tecnología hace que la calidad de los hongos cultivados sea más estable y, en última instancia, promueve el rápido desarrollo de toda la industria. En 1925, Kirsten Mushroom Farm en Pensilvania, EE. UU., descubrió accidentalmente un hongo blanco mutado, lo que provocó un gran cambio en el mercado de los hongos cultivados. Desde entonces, estas setas comestibles de color blanco lechoso que vemos a menudo en los supermercados empezaron a entrar en la mesa del comedor familiar.
En la historia del desarrollo comercial de principios del siglo XX, la transformación de los hongos cultivados fue sin duda un logro importante en la agricultura.
Según investigaciones, cada 100 gramos de setas blancas aportan unas 22 kcal y son excelentes en el aporte de vitamina B. Estos hongos son una excelente fuente de vitaminas B2, B3 y B5. Además, para el aporte de minerales que preocupan especialmente a la gente moderna, las setas blancas también pueden aportar parte de lo que el cuerpo humano necesita, especialmente fósforo y potasio. Aunque los champiñones blancos crudos contienen sólo trazas de vitamina D, después de la irradiación ultravioleta, el contenido de esta pequeña vitamina D aumenta significativamente, alcanzando 446 UI.
Con la profundización de la investigación médica, cada vez más personas están empezando a darse cuenta de la importancia de los hongos en su dieta.
Hoy en día, Agaricus bisporus se cultiva en más de 70 países. En la producción mundial de hongos en 2022, con China a la cabeza, la producción total de la industria alcanzó los 48 millones de toneladas. China representa el 94% de la producción total, mientras que Japón y Estados Unidos desempeñan papeles menores como productores en la industria.
La buena capacidad de producción y la demanda de esta hortaliza están generando nueva competencia e innovación en el mercado de futuro. En la búsqueda de técnicas de cultivo más eficientes y medidas respetuosas con el medio ambiente, la globalización de las setas se ha convertido en una nueva ley natural para la industria alimentaria.
¿Cómo lograr el mejor equilibrio entre la producción y el consumo de hongos en el contexto de la sostenibilidad y la globalización?
Desde su descubrimiento inicial hasta hoy, este pequeño hongo no solo ha ocupado las mesas de todo el mundo, sino que también se ha convertido en un símbolo de nutrición y delicia. Entonces, mientras disfrutamos de estas delicias, ¿podemos repensar la relación entre la naturaleza y los humanos y encontrar una forma de comer más sostenible?