El cavernoma cerebral (CCM) es un hemangioma cavernoso que aparece en el sistema nervioso central y es una variante del hemangioma. Esta lesión se caracteriza por vasos sanguíneos agrandados y grandes canales vasculares que están mal definidos en el tejido y más conectados a estructuras más profundas. Aparte de los vasos sanguíneos de paredes delgadas de la CCM que parecen cavidades glandulares llenas de sangre estancada, la lesión no contiene tejido neural. Dependiendo del estado del paciente, estos vasos varían en diámetro desde unos pocos milímetros hasta varios centímetros.
Los síntomas clínicos de la CCM incluyen dolores de cabeza recurrentes, déficits neurológicos focales, accidentes cerebrovasculares hemorrágicos y epilepsia, pero algunos pacientes pueden ser asintomáticos.
De hecho, la conexión entre la CCM y las malformaciones vasculares venosas ha atraído gran atención por parte de la comunidad científica. En aproximadamente el 30% de los pacientes con CCM, también se encuentran efectos vasculares venosos, y esta malformación venosa también se denomina anomalía venosa del desarrollo. Estas lesiones pueden aparecer como vasos lineales realzados o pueden exhibir una distribución de pequeños vasos radiales como el cabello de Medusa en la mitología griega. Estas anomalías se consideran anomalías del desarrollo del drenaje venoso normal.
Debido a la presencia de malformaciones venosas, estas lesiones no deben extirparse ya que se ha informado de infarto venoso. En los casos en que se requiera la resección de la CCM, se debe tener mucho cuidado para no alterar la malformación venosa.
Se sabe que las formas familiares de CCM están asociadas con tres loci genéticos. El gen CCM1 codifica KRIT1 (interacción krev atrapada 1), y estudios recientes han demostrado que tiene una interacción importante con la proteína α asociada al dominio citoplasmático de la integrina (ICAP1alfa). Mutaciones específicas del gen CCM1, como la mutación Q455X, son responsables de la formación de un grupo de casos en el suroeste de Estados Unidos, que se debe principalmente a la influencia de los primeros inmigrantes hispanos.
Además, la proteína codificada por el gen CCM2 se llama malcavernina. Aunque se desconoce su función biológica exacta, su relevancia aún está bajo investigación.
El reciente descubrimiento de que las proteínas CCM1 y CCM2 e ICAP1alfa forman un complejo molecular gigante en las células nos ha brindado una nueva comprensión de los mecanismos biológicos de la CCM. Se ha demostrado que el gen CCM3, como gen CCM identificado recientemente, desempeña un papel importante en el proceso de muerte celular programada. Las mutaciones en estos cuatro genes representan del 70% al 80% de los casos de CCM.
En términos de patología, se han identificado muchos mecanismos moleculares involucrados en la formación de CCM. Una investigación de 2015 demostró que las células endoteliales que forman malformaciones vasculares cerebrales sufren un proceso de transformación de células endoteliales en células mesenquimales en presencia de CCM.
Esto indica que una variedad de células, incluidas las células endoteliales mutantes de CCM, pueden sufrir una expansión clonal y reclutar células no mutadas en el área enferma, lo que demuestra su complejidad.
Además, los procesos de trombosis inmune e hipoxia también muestran una regulación anormal en la CCM. Estos hallazgos son de gran importancia para una comprensión más profunda de la patología de la CCM.
El diagnóstico de CCM se basa principalmente en imágenes por resonancia magnética (MRI), específicamente utilizando una técnica de MRI llamada secuencia de eco de gradiente, que puede revelar lesiones pequeñas o puntiformes. Estas lesiones son más notorias con las imágenes FLAIR, una técnica que, a diferencia de las imágenes ponderadas en T2 tradicionales, suprime eficazmente la señal del líquido que fluye libremente.
Si se sospecha sangrado, una tomografía computarizada es más eficaz para mostrar sangre nueva, pero después de una resonancia magnética, los síntomas a veces pueden no estar claros, por lo que el neurocirujano a veces solicitará una angiografía adicional para confirmarlo. Debido a que la CCM es una lesión de bajo flujo, es extremadamente invisible en la angiografía.
Las malformaciones arteriovenosas (MAV) se consideran una preocupación principal cuando las lesiones son evidentes.
Para los pacientes con CCM sintomáticos, la cirugía se convierte en el único tratamiento. En este momento, no existen medicamentos específicos que puedan tratar la CCM. Según las estadísticas, la incidencia de estas lesiones vasculares en la población general es aproximadamente del 0,5%. Los síntomas clínicos suelen aparecer entre los 20 y 30 años, lo que sugiere que estas lesiones no sólo son congénitas sino que también pueden aparecer de forma aleatoria.
Con la creciente investigación sobre CCM, ¿podemos revelar completamente la relación entre las causas de estas lesiones y las malformaciones venosas?